Comunidad Bet Hilel

Toledot

Por Dylan Hersalis, director de Majon Guesher

La parasha de esta semana, parece más un episodio de la aclamada serie de HBO “Juego
de Tronos”, que un relato bíblico. Traiciones, preferencias paternales y amenazas.
Nos encontramos con la pelea por la primogenitura de Itzjak, por parte de sus dos hijos
Esav y Iaacov, quienes ya desde la panza de su madre vienen peleando, “dos naciones en
tu vientre”.
Esav, un hombre de campo, cazador, pragmático, tiene una visión más bien material de la
primogenitura, que Iaacov que es más bien espiritual su deseo de liderar y transformar pero
¿Ante qué costo? ¿El engaño es legítimo?
Luego un episodio confuso y un plato de lentejas de por medio (espero que hayan sido las
mejores que probó Esav en su vida), Iaacov le “compra” la primogenitura a su hermano
mayor.
En distintos drashot, se señala que Iaacov era el preferido de Rivka y Esav de Itzjak. Este
último personificaba al fuerte, al que traía la comida, un verdadero hombre de campo y el
menor se dedicaba al estudio. No me parece casual, esta aclaración del padre prefiriendo al
más fuerte, que aún nos acompaña a nuestros días.
Más allá de la discusión moral, lo interesante a analizar es la posibilidad que se abre en
esta parasha, de salir del canon de la primogenitura y entrar al universo de la meritocracia.
Hay varios ejemplos en la Torá, donde a pesar de estar claras las leyes en torno a la
primogenitura, hay cambios en el legado. Moshé (hermano menor de Aaron), los hijos de
Iaacov, el rey David, etc. El líder no siempre es el hermano mayor.
Hoy en día, la primogenitura ya está casi extinta, pero la historia se ve repetida en peleas
familiares por dinero, sucesiones en empresas y preferencias de unos hijos por sobre otros.
La parashá termina con Iaacov escapando hacía Jarán para evitar la ira de Esav.
A no confundirse, recibir la bejorá, no hizo la vida de Iaacov un mundo color de rosas. Al
engañar a su padre, heredó una vida marcada por el dolor.
Que esta parashá nos recuerde, que el Sinat Jinam, el odio gratuito entre hermanos es el
camino a la destrucción. No hace falta retrotraerse miles de años para verlo de manera
clara. Mirá en tu circula íntimo. No es tarde para volver a reconstruir ese vínculo fraternal.

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