Comunidad Bet Hilel

Parashat Vaetjanan

Shabat 24/7/21

Moshé sigue hablando a la nueva generación nacida en el desierto, que está a punto de cruzar el Iardén para conquistar la tierra prometida, como es todo el libro Debarím (Deuteronomio).

Comienza el relato de cuando Moshé pide, nuevamente y por última vez, ingresar a esa tierra que verá de lejos, y Ds vuelve a negarselo, dando por motivo las faltas del pueblo de Israel. Es notable que no se enoja con ellos, y termina el párrafo hablando en primera persona del plural: “Permanecimos en el valle, frente a Bet Pehor”. Como el gran lider que siempre fue, se pone al frente en las buenas y en las malas, siempre como parte del pueblo.

Continúa la parashá una y otra vez recomendando que cumplan las leyes y enseñanzas recibidas, a veces prometiendo el premio de prosperidad, continuidad en sus hijos y paz, y otras veces advirtiendo de los males que vendrán si no las cumplieran. Sobrevuela una sensación de angustia del padre que sabe que sus hijos saldrán a un nuevo mundo sin su guía directa, y por eso insiste en que aprendan la lección.

A continuación Moshé relata la entrega de los Mandamientos, en que Ds habló directamente al pueblo entero reunido al pié del monte Sinai. Es muy recomendable comparar las pequeñas diferencias en el texto de esta versión, con la que aparece en parashat Itró (Éxodo 20). Una de las más famosas es en el mandamiento del Shabat: “shamor” y “zajor”: acá dice “observa” (shamor) el dia de shabat, mientras que en Shmot dice “recuerda” (zajor). Una explicación tradicional muestra que ambas no son opuestas sino que se complementan, como tantas veces en que es preferible sumar en vez de confrontar. 

Pasan algunos versículos más, y encontramos la cima de la fe: el Shemá Israel. Durante milenios, repetimos estos versículos y los aprendemos antes que cualquier otra cosa, y nos acompañan hasta el final de nuestra vida. En ellos decimos que debemos amar a Ds con todo nuestro ser, tendremos Sus enseñanzas en nuestro corazón, y las enseñaremos a nuestros hijos para que sean el centro de sus vidas también. 

Podriamos hacer la siguiente pregunta: no son más importantes los 10 mandamientos, leyes morales que ordenan la sociedad y afianzan la justicia como valor central, para que los repitamos de memoria al despertar y al acostarnos? Parecería muy racional que sean una declaración para repetir una y otra vez, además de ser universales. Y tal vez una respuesta sea justamente eso. el Shemá Israel es un grito, una declaración visceral de fe, de que mantendremos viva nuestra tradición a través de nuestra vida y de nuestra enseñanza a nuestros hijos, como un grito que sale de adentro, más allá de que cumplamos las leyes. Declaramos que daremos continuidad a la tradición de nuestros padres, de la mejor manera que podamos, con lo mejor de nosotros. Y así pondremos al Creador en la posición de tener que cumplir con Su parte del pacto. Desde Abraham en adelante, varios pactos nos unen al Creador, y lo renovamos en cada generación.

En estas semanas posteriores al 9 de av, día en que recordamos las desgracias que sufrimos como pueblo, esperamos que también se realicen las promesas de consuelo y reconstrucción, como lo dice la haftará: najamú najamú amí, Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Ds.

Que así sea.

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