Comunidad Bet Hilel

Parashat Ree

Por Marta Kohan

El título de esta parashá, Reé, significa “Mira”.
El libro de Deuteronomio (Devarim) es el último de los cinco libros de la Torá, donde Moshé se despide del pueblo antes de su entrada a la Tierra Prometida. En nombre de D’s dice: “MIRA, Yo doy ante ustedes hoy una bendición y una maldición… la bendición, si oyen las mitzvot, la maldición si no oyen las mitzvot…” (11:28). Expuso nuevamente las leyes, mandatos civiles, sociales y religiosos con la finalidad de mantener viva en la memoria de los bnei Israel, qué debían obedecer o seguir obedeciendo. En los montes de Grizim y Eival se llevaría a cabo una ceremonia inmediatamente después de la entrada del pueblo a Eretz Israel, durante la cual se informarían las consecuencias de la bendición y la maldición.

Les recuerda que, en su condición de pueblo sagrado, deben mantenerse dentro del monoteísmo, del culto sólo a D’s y no copiar conductas de los pueblos conquistados, como seguir a falsos profetas, quemar en ofrenda a sus hijos para falsos ídolos o provocarse heridas en el cuerpo en señal de duelo. Deben cumplir con las normas del kashrut, el diezmo, del cuidado de la tierra, de los ciclos agrícolas, del jubileo, el tratamiento a los esclavos y el cuidado a los más débiles y desposeídos, “porque siervo fuiste en la tierra de Egipto”. Moshé enumera en esta parashá 25 de los 613 preceptos, colocando en el centro el de la tzedaká. “Reé” nos remite a una visión espiritual. El pueblo podía aprender de las experiencias pasadas, del resultado de elecciones anteriores. Reé, nos induce a echar un vistazo al corto y al largo plazo, con los ojos bien puestos. Mirar no solo para ver lo que tenemos enfrente, sino a quién tenemos enfrente. Al otro. A ese otro, que al decir de Levinas, nos interpela. A quien no conozco, a los infinitos otros por quienes también soy responsable con mis acciones.

En un tiempo de mayor reflexión, la Tzedaká puede salvarnos de la muerte, porque puede salvar a otros de una vida desdichada. Cierta vez le preguntaron al rabino de Kobrin Z’L: “¿qué es lo más importante que debemos hacer? y contestó: lo que debemos hacer ahora mismo… Tocar el shofar es muy significativo, pero en Rosh Hashaná, comer matzá es primordial, pero en Pesaj.

HOY, hay que apartarse del mal. Hoy, hoy es único”. Reé nos desafía al libre albedrío. La bendición sería elegir correctamente. No aparece como un derecho, sino casi como una obligación. Dice el Rav Barylka: “si nos encerramos y aislamos, permanecemos en el mundo del ayer. 

A través del libre albedrío, y sabiendo que nuestras elecciones no influyen sólo sobre nuestro pequeño entorno sino sobre un mundo globalizado, con nuevas tecnologías, y nuevos avances, estaremos siendo relevantes en nuestra época, en nuestro tiempo, reuniéndonos con la realidad y cumpliendo con el Pacto del Sinaí. Ese sería el resultado de una buena elección”. Hay dos reflexiones a tener en cuenta: Cuando dice Reé, Moshé le habla al pueblo en primera persona: comienza diciendo “Reé”, “Mira”, y continúa en plural. Moshé le habla a cada uno en singular, dándole a cada uno su entidad propia, para luego continuar en plural, dirigiendo su mensaje a todas y cada una de las tribus, con las características que cada una tenía, con las expectativas y diferencias de cada una (por dar un ejemplo, la tribu de Yehudá no era igual a la de Dan o la de Menashé), pero TODAS FORMABAN PARTE DE LOS BNEI ISRAEL.

Esta enseñanza de nuestra milenaria Torá debemos adaptarla a nuestros días, donde todos los judíos, con las diferentes divisiones y orientaciones pertenecemos a este Gran Pueblo, que recibió la orden de “lo titgodedú”, no hagan Agudot (sectas). Uno de las autoridades rabínicas del SXIX-XX, el Jafetz Jaim, refiriéndose a una pregunta acerca de por qué en su tiempo (comienzos del SXX en Rusia), estaba el judaísmo tan dividido, respondió con una parábola, enseñando que así como en su época el ejército necesitaba de diferentes grupos, cada grupo del pueblo judío tenía asignada una tarea en particular. Parafraseando al Jafetz Jaim, las divisiones dentro del judaísmo deberían ser una fuente de bendición, de suma.
El versículo de “lo titgodedu” comienza diciendo:
“ustedes son hijos de D´s”…
Allí está el secreto: recordar que todos somos hijos de D’s y cada uno es único e irreemplazable y debería compartir la misma mesa con el mismo status.

Reé se lee antes de la llegada del mes de Elul, el último mes del calendario previo a Rosh Hashaná. Estamos por comenzar, entonces Jodesh Elul. Comienza un nuevo mes, un mes de reflexión, de pensarnos en lo personal y como comunidad, dentro de nuestro tiempo, que siempre es circular. Nos preparamos en Elul para entrar a un nuevo año, que no será igual al anterior, porque nosotros no somos los mismos. A través del tiempo leemos y releemos la Torá, siempre dándole su sentido vital, nos renovamos permanentemente, pero apoyados en nuestras tradiciones y en nuestros valores, en nuestra cultura milenaria, en nuestro crecimiento frente a la adversidad, siendo la bendición del tiempo el eje de nuestro judaísmo.

Que en este Shabat tan especial, podamos tomarnos un tiempo para nuestro propio “Reé” y decidir qué camino queremos tomar.
¡Shabat Shalom u Meboraj!

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