Comunidad Bet Hilel

Parashat Metzora

Rab. Sarina Vitas

¿Quién está sano y quién está enfermo?

Parashat Metzora comienza con una descripción detallada de la purificación de aquel que había sido afectado por la enfermedad de “metzora”.

Antiguamente se relacionaba a la enfermedad con afecciones en la piel, quizás algo parecido a una psoriasis. La Torá demandaba del individuo que fuera expulsado del campamento hasta su cura. Y una vez curado, podía reintegrarse a la vida social.

Se puede comprender el miedo al contagio… pero ¿se podrá llegar a captar el estado anímico del enfermo, la perturbación por su discriminación, el dolor del aislamiento y el padecimiento que sentía en absoluta soledad? Este tratamiento se convierte en un dilema. ¿Lo expulsamos o nos contagiamos? Sin embargo, entiendo que el texto nos da un indicio de solución: cuando se producía la cura “será llevado al sacerdote”. Mientras que acto seguido se nos informa que “el sacerdote saldrá del campamento”.

Entonces ¿el paciente ingresa o el sacerdote sale a buscarlo? La mayoría de las interpretaciones explican que no hay contradicción, el sacerdote sale para purificarlo en la mikve.

Sin embargo, interpreto otra cosa. La metzora, era una enfermedad “espiritual” que dejaba mostrar sus síntomas. El sacerdote era el “médico espiritual”. Y el tratamiento utilizado la soledad. En este regreso ¿cómo se siente emocionalmente el paciente? Quizás se curó físicamente, pero íntimamente debe haberse enojado y disgustado. Debe tener bronca de que no lo hayan acompañado en su proceso cuando más los necesitaba y por eso, el sacerdote sale a buscarlo. Darle una bienvenida, el abrazo esperado, acortar la distancia.

Conocemos diversas situaciones que provocan el alejamiento de muchas personas a nuestras comunidades, porque no se sienten escuchadas, porque no se sienten integradas, porque se ven discriminados por posibilidades económicas. Sin ser las mismas enfermedades, se aíslan y se enojan. Preguntémonos en esas circunstancias quién es el enfermo y quien es el sano … Quizás así tomemos conciencia que siempre hay que salir a buscar, reconciliar, disculparnos si amerita, e integrarnos nuevamente, porque en definitiva tu comunidad y tu pueblo, son tu gran familia.

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