Comunidad Bet Hilel

Parashá Vaierá

Por Marta Kohan de Graizman

Parte de la parashá de esta semana, Vayerá, ya fue leída en la segunda mañana de Rosh Hashaná.

Nuestros sabios de bendita memoria debatieron hace mas de mil años cuáles debían ser los textos bíblicos que debían ser leídos y estudiados en cada una de las festividades.

De esta forma, leemos en Pesaj la historia del éxodo en el libro de Shmot:12;  en Shavuot, la revelación en el Monte Sinaí y la entrega de los 10 mandamientos, (Shmot 19-20), en Yom Kipur, el ritual que el sumo sacerdote practicaba en el Día del Perdón en el santuario para perdonar al pueblo.(Vaikra 16),y en Sucot, el relato de las cabañas en las que vivieron los Bnei Israel en su transitar por el desierto(Vaikra 16).

Sin embargo, la lectura de la Torá de la segunda mañana de Rosh Hashaná, no pareciera guardar ninguna relación con la fiesta. Sabemos que en Rosh Hashaná celebramos la creación del hombre hace 5783 años. Según Julia Blum,el mundo habría sido creado 6 días antes, y según la comprensión judía, sólo cuando el hombre fue creado, la vida se volvió significativa.

Releemos esta semana, tal vez, uno de los más conocidos y más incómodos del texto bíblico: Akedat Itzjak. ”La atadura de itzjak”, en el capítulo  22 del Génesis.

La decisión misma de la elección del texto se debe a que en momentos de introspección venimos a preguntarnos, a buscar respuestas, y a hablar de los temas que son la base de la vida.

Antes de el cómo o el por qué del origen del universo o la formación de los mundos, si fue en 6 días o realmente hace 5783 años, del “tohu vabohu”, del  ex nihilo, de, si el cielo fue separado del agua, si la tierra del cielo, o del big bang, nuestro sabios nos hacen estudiar acerca de la vida de un hombre y de la relación con su hijo, y de cómo una decisión puede marcar un rumbo.

Abraham recibe la orden de tomar a su hijo Itzjak, su único y amado hijo, llevarlo a la tierra de  Moriá, y ofrecerlo en holocausto sobre uno de los montes que D´s le  indicará. “laalehu sham leolá” dice el versículo: ofrecerlo en holocausto.

Tomó tres días hasta que Abraham encontró, vio cuál era el lugar indicado. Tres días en que como pocas veces antes, había compartido a solas con Itzjak.

En cada momento de esos tres días podía haberse vuelto atrás y excusado, sabiendo que en Itzjak estaba la promesa de la continuidad.

El gran erudito Guershom Scholem dice que “la Torá tiene un rostro especial para cada judío”.

Al igual que la mitzvá, el texto es siempre idéntico a sí mismo. Siempre leemos el mismo texto, pero podemos reinterpretarlo, repensarlo, tratar de llegar a la profundidad del mensaje.

El ciclo de vida judío también es el mismo, pero a la vez  se renueva año a año, como nuestra reinterpretación del texto.

 Se trata, entonces, de recuperar la noción de “Torat jaim”, aquélla Torá vívida que habla desde nuestras fuentes hasta nuestros días.

Lo que está a nuestro alcance es volver a esas fuentes, y dejar que nos interpelen en nuestro tiempo, en el interjuego de las fuentes ancestrales y las concepciones modernas.

Quizás Abraham en su fuero íntimo sabía que Itzjak no moriría, y Rashi explica que “Abraham les dice a sus sirvientes: quédense aquí, que yo y el joven volveremos con ustedes”… (Bereshit 22:5-6)y… entonces preguntarnos: en qué consistió la prueba que Abraham tenía que enfrentar, y en mérito a qué salió airoso de la prueba?

Imaginemos el escenario y sus protagonistas:

Abraham, itzjak, los “nearim”(los sirvientes), el asno, la leña, y…la gran ausente: Sara., y finalmente…el carnero.

Cuál era el rol de “los nearim”? Aparecen puntualmente antes y después que Abraham sube a la montaña; se quedan al pie del monte cuidando las pertenencias y luego lo reciben cuando Abraham regresa de la akedá.

Una hermosa interpretación nos enseña que los nearim representan la realidad, lo cotidiano, lo rutinario.

Akedat itzjak representa un símbolo que expresa el significado mismo de la vida según el judaísmo y que otorga significado al lugar del hombre en el mundo.

En el judaísmo, el mandato divino no se opone al deber ético. Di´s es el d´s de la vida.

Abraham necesitaba saberlo.

 Escuchó, luego de todas las tantas pruebas anteriores a las que había sido sometido, una voz interior, que llevara a su hijo, a su amado hijo, y en momento del clímax de la escena, cuando estaba por realizar el sacrificio, escuchó otra voz.

Esa otra voz que le ordenaba no sacrificar a su hijo, y apareció, vio al carnero, que según una interpretación de nuestros sabios, había sido creado para sustituir a Itzjak en la akedá.

 Ese carnero que recordamos al tocar el shofar.

Ese shofar, que con su sonido tan profundo y particular nos vuelve a llamar a reflexionar, ese shofar, cuya parte más ancha conecta con el cuerpo y el “alma animal” y nos remite a mejorarla.

 El sonido del shofar que nos convoca en forma individual o colectiva a escucharnos, a escuchar al otro, a escuchar a los otros, a nuestros seres queridos, a nuestra comunidad.

Itzjak renació cuando el carnero apareció, y la cuchilla para sacrificarlo fue retirada, y aunque no lo mencione explícitamente el texto, Itzjak, “el que reirá”, se regocijó y celebró.

Propongámonos comenzar a reemplazar el sufrimiento por la alegría, por la capacidad de celebrar.

Reemplacemos la congoja por la esperanza, sustituyamos el abatimiento por la esperanza, hagamos lo posible, sobretodo como en el caso de la akedá, que, cuando parecía  que el veredicto sobre Itzjak estaba sellado, la solución apareció.

En la tradición de nuestro pueblo aprendimos y sostuvimos que siempre hubo y habrá algo más por hacer, aún después de los grandes desafíos, zozobras y matanzas.

Esta semana coincide con el recuerdo de la tristemente célebre “noche de los cristales rotos” y el comienzo explícito de la barbarie nazi, y nos conecta con la historia permanente que nos ha tocado vivir y nuestra capacidad de superar todas las ataduras a las que fuimos sometidos.

 Respondimos a veces con debilidad, otras, con la oración, otras con demostración de fuerza, pero siempre, con  pujanza, inteligencia y esperanza.

Que las enseñanzas de nuestros textos sagrados y el transcurrir de nuestra historia nos guíen para poder adelantarnos a situaciones de peligro, y a salir airosos, transmitiendo nuestra cultura, nuestros valores milenarios y nuestra continuidad.

Shabat Shalom

× Chat Online | 24hs