Comunidad Bet Hilel

Parashá Vaieshev

Por Nora J. Kors de Sapoznicoff

Una serie, tres episodios

La Parashá de esta semana, Vaieshev, es la primera temporada de una serie apasionante, con tres episodios. Tiene todos los condimentos que atraparán al lector, quien solo debe dejar llevar su imaginación para revivir esta historia de amor, celos, conspiración, engaño y traición, que lo mantendrá en vilo y lo llevará a sentir la tensión y la angustia de los personajes.

El episodio 1, narra la historia del amor intenso y preferencia de un padre, Iaacov, por su hijo menor, fruto del amor verdadero y pasión por su madre, Rajel. Los celos, comprensibles, de sus hermanos, acrecentados por los relatos de grandeza del pequeño, que, sea por inocencia o por vanidad, no se priva de contarles sus sueños. En la primera oportunidad que se les presenta, conspiran para matarlo. Un poco de sensatez de su hermano mayor, Reuven, los hace reflexionar y, en lugar de matarlo, lo tiran desnudo en un pozo seco. Después reflexionan e intentan sacar provecho y venderlo como esclavo. Descubren que el pequeño no estaba ya en el pozo y continúan con su relato de tragedia al padre que sufre desconsoladamente por su pérdida.

Ellos desconocen el destino del desaparecido.

La historia continuará…

El episodio 2 cambia de protagonista. Otro padre, Iehudá, sale de la casa paterna, contrae matrimonio y tiene tres hijos. Casa al mayor con una mujer, Tamar, pero la tragedia hace que su hijo muera. Entrega a su nuera a su segundo hijo, pero la tragedia se repite y el segundo muere, también. Por la costumbre de la época, debía entregarla a su tercer hijo, pero temió por su destino. Él desconocía las verdaderas razones de las muertes de los otros dos. No cumple con su deber y resulta engañado por su nuera, que no deseaba ver su suerte anclada como viuda eterna.

Finalmente, Iehudá reconoce su injusticia y valora la de su nuera, que concebirá un par de mellizos que repiten la historia de enredarse en el parto. Un final abierto que podría generar una nueva serie.

El episodio 3, corresponde a la lectura trienal de este año, da continuidad al episodio 1. El pequeño Iosef, es vendido por los midianitas a los ishmaelitas, que lo llevan a Egipto y lo venden a Potifar, oficial del Faraón, Capitán de la guardia. D’s no lo había abandonado en el pozo y estuvo a su lado en todo momento. Potifar vio las virtudes del joven y terminó dejando toda su administración en sus manos.

El chico había crecido, era inteligente, entrador y buen mozo. Pronto, la mujer de Potifar lo puso en su mira, pero él no accedió a su seducción por respeto a su patrón. Con un ardid malicioso, ella termina acusándolo de acoso y él va a parar a la cárcel. Un nuevo pozo.

Haciendo uso de sus habilidades, se hace un lugar de privilegio y toma contacto con dos servidores del Faraón a quienes, con ayuda de D’s, interpreta sus sueños. Pide al beneficiado con la libertad que no se olvide de comentarle al Faraón de su inocencia y sus capacidades. Pero, una vez liberado, el hombre olvida su promesa y Iosef permanece encerrado.

Esta historia continuará…

No se pierda la próxima temporada.

Vemos a lo largo de estos episodios, cómo Iaacov no terminó de aprender la lección de su infancia que lo llevó a ganarse el odio de su hermano y la pérdida de su familia. Él repite, sin disimulo, la discriminación entre hijos que lo lleva a su mayor desgracia.

Por otro lado, los hermanos no logran resolver su problema con la desaparición de su hermano y cargarán con la culpa de su desaparición.

El joven Iosef logra superarse y ascender del primer pozo. Este primer ascenso es originado por los midianitas, pero su crecimiento es en parte mérito propio y en parte la ayuda Divina. Él lo reconoce. Su vanidad había sido aplacada y su lealtad fue puesta a prueba. Pero cae por una falsa acusación a la que no opone resistencia. ¿Por qué no se defendió? ¿Qué lo llevó a dejarse arrastrar a una nueva caída, tal vez, más profunda?

Quizás estaba decidido a salir de este nuevo pozo por sus propios medios. Rescatarse a sí mismo para no quedar en deuda con nadie.

Hasta aquí, esta historia nos muestra, por un lado, que el amor, sin dominio, puede llegar a dañar y, por el otro, que aunque hagamos las cosas bien, no siempre el resultado es el esperado, sin embargo, aun estando en el más profundo de los pozos, no debemos dejar de intentar y explorar en nuestras habilidades para encontrar el camino que nos lleve nuevamente a la superficie y nos devuelva la luz.

Shabat shalom!

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