Comunidad Bet Hilel

Parashá Reé – 5782


por Nora J. Kors de Sapoznicoff

La parashá Reé comienza con un llamado de atención, “Mirá, yo entrego frente a ustedes, hoy, la
bendición y la maldición” (Deut. 11:26). Por la forma en que está redactado, en singular, se deduce que le habla a cada individuo, al de aquel momento y al que lo lea o lo escuche en cualquier otro momento.
Esto implica varias cosas, por un lado, cada uno se enfrenta, por lo menos, a dos posibilidades y por el otro, tanto la bendición como la maldición provienen de Dios.
Lo que le sigue es la explicación bajo qué circunstancias se recibirá la correspondiente. Si escuchás los mandamientos que Dios te da y los cumplís sin desviarte ni un poco, será la bendición y si no…
A esto le sigue la descripción detallada de lo que no debés hacer, a quienes no debés seguir y qué
debés hacer con aquellos que intentan desviarte del camino que Dios te marcó. El texto es
escalofriantemente severo y leído en nuestros días, resulta sumamente polémico y chocante.
Impacta la idea de que recibir la bendición (que te pasen todas cosas buenas) o la maldición (que te pasen cosas malas, terribles) dependa exclusivamente de nuestra elección, de lo que hagamos y, como si esto fuera poco, recaiga sobre nuestra descendencia. “Guarda y obedece todas estas
palabras que yo te mando, para que cuando hagas lo bueno y recto ante los ojos de Adonai tu Dios, te vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, para siempre” (Deut. 12:28) ¿Acaso no importa lo que haga mi descendencia para bien o para mal? ¿Para siempre?
La verdad es que la bendición y la maldición, lo bueno y lo malo, conviven en la vida de todos y no
parecen estar ligadas sólo a nuestro libre albedrío. No resulta fácil comprender por qué le suceden cosas malas a gente buena, así como tampoco logramos ver, muchas veces, que a los que hacen cosas malas les llegue su maldición. La fe nos da la fuerza para sobreponernos a los momentos difíciles. La tradición nos da las herramientas para transitarlos, así como para celebrar los acontecimientos gratos.
Esto no significa que estemos exentos de buscar permanentemente el bien, no todo está perdido, es verdad que el bien no está garantizado en la vida real, pero tampoco nuestro futuro resulta
independiente de nuestras acciones. Por eso es que la parashá continúa con una serie de acciones que están orientadas a hacer el bien.
Sigue siendo una elección personal hacer cosas buenas o malas, intentar ganar la bendición o
despreciarla, evitar la maldición o desafiar a sus consecuencias.
Tal vez, el mayor desafío sea identificar nuestras acciones, tomar conciencia de su efecto en nuestras vidas y en las de los demás y decidir.

¡Shabat Shalom!

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