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Parashat Pijnás | Cuando la justicia es incompleta

La parashá de esta semana lleva el nombre de Pinjás y comienza con un pacto de paz de D’s por los eventos ocurridos al finalizar la parashá anterior que son muy impresionantes y controversiales a la luz de nuestros días. Pero este año, en el que leemos el segundo tercio, la lectura comienza con una situación muy particular de justicia social y de defensa de derechos de la mujer, que también nos enfrenta a conflictos de la actualidad. Comenzamos leyendo:

“Entonces habló el Señor a Moshé, diciendo: La tierra se dividirá entre estos (el pueblo censado) por heredad según el número de nombres. Al grupo más grande aumentarás su heredad, y al grupo más pequeño disminuirás su heredad; a cada uno se le dará su heredad según los que fueron contados de ellos. Pero la tierra se dividirá por sorteo” (Núm. 26:52-55)

Hasta aquí parece todo muy justo, la tierra se dividirá al azar y de forma proporcional de acuerdo a la cantidad de personas de cada tribu, de cada familia.

Pero resulta ser que los únicos que contaban para heredar la tierra eran los hombres. “Entonces se acercaron las hijas de Tzlofjad, (…) y estos eran los nombres de sus hijas: Majla, Noa y Jagla y Milca y Tirtza. Y se presentaron delante de Moshé, delante del sacerdote Eleazar, delante de los jefes y de toda la congregación, a la entrada de la tienda de reunión, diciendo: Nuestro padre murió en el desierto, aunque no estuvo entre el grupo de los que se juntaron contra el Señor, en el grupo de Koraj, sino que murió por su pecado, y no tuvo hijos. ¿Por qué ha de desaparecer el nombre de nuestro padre de entre su familia solo porque no tuvo hijo? Dadnos herencia entre los hermanos de nuestro padre.” (Núm. 27:1-4)

Imaginemos esta situación, un pueblo fuertemente patriarcal, donde la herencia pasaba solo a los hijos varones, de pronto, cinco mujeres se acercan delante del líder supremo y de todos los líderes comunitarios, todos ellos hombres, y les reclaman su derecho a heredar. Moshé, en su grandeza, entiende que no tiene la respuesta para semejante reclamo, porque él legisla de acuerdo al mandato Divino y antes de dar una sentencia rápida, según su parecer, decide consultar con D’s.

“Entonces el Señor habló a Moshé, diciendo: Las hijas de Tzlofjad tienen razón en lo que dicen. Ciertamente les darás herencia entre los hermanos de su padre, y pasarás a ellas la herencia de su padre” (Núm. 27:6-7)

Hasta aquí podríamos decir ¡Victoria!

Vemos la valentía con la que se enfrentan estas mujeres al poder y logran su objetivo. También podemos ver cómo D’s reconoce una deficiencia en su legislación inicial y hace una enmienda, ampliando el alcance de las condiciones de la herencia. “Si un hombre muere y no tiene hijo, pasaréis su herencia a su hija. Y si no tiene hija, entonces daréis su herencia a sus hermanos…” (Num. 27:8-9)

Pero ¿es todo tan justo como parece?

Las hijas de Tzlofjad presentan un reclamo invocando la necesidad de heredar, no porque sea justo que las hijas mujeres hereden tal como los hijos varones, sino para preservar el nombre de su padre. Buena estrategia.

Es positivo el hecho de que hayan sido escuchadas y no simplemente desestimadas por ser mujeres, pero viéndolo hoy, ¿es justo que una hija mujer solo herede si no hay hijo varón para heredar?

Claramente hay un abismo de evolución social entre ese momento y el actual, por lo menos para nuestra sociedad, pero hay muchas cosas buenas y enriquecedoras que surgen de esta lectura.

Una es que cuando uno se encuentra frente a una situación que entiende injusta, el camino no sea incitar a una rebelión, como había ocurrido con Koraj. Tal vez por eso, entre sus argumentos, las hijas plantean que su padre no estuvo en el grupo con Koraj. Ellas podrían haber reunido a un buen número de mujeres para luchar todas por sus derechos y el derecho al liderazgo frente a Moshé. En lugar de eso, optan por plantear su situación a Moshé. Hablan y su voz es escuchada.

Otra es que ante una deficiencia en la legislación D’s, una vez más, cambia su mandato original para mejorarlo, en busca de un bien más abarcativo.

Y surge la pregunta ¿Qué hubiera sucedido si el reclamo de las hijas hubiera sido de igualdad de trato hacia las hijas mujeres y no en defensa del resguardo del nombre de su padre?

Esta Parashá nos presenta un principio de defensa del derecho de las mujeres que se resuelve solo en parte. Tal vez, dadas las circunstancias, no hubo en esa época tantas mujeres que se atrevieran a reclamar sus derechos como para poder escuchar la voz Divina que diga: “Esas mujeres tienen razón en sus reclamos”. Pero es evidente que la Torá valora mucho la actitud de estas mujeres, ya que, a diferencia de otros casos, menciona todos sus nombres.

En la historia de nuestro pueblo encontramos grandes mujeres que fueron líderes, pero más fueron las veces en las que los derechos de las mujeres fueron limitados y sus voces acalladas. No está tan lejos el tiempo en que no se consideraba que una mujer tuviera derecho a estudiar o decidir su futuro por sí misma, por ejemplo.

Los seres humanos no somos todos iguales, pero nuestras cualidades individuales y nuestro potencial no están definidos ni limitados por nuestro género. Defender el derecho de las personas a desarrollarse y convivir en el ámbito de la comunidad a la que pertenecen en igualdad de condición, es un tema que sigue vigente y es una deuda pendiente en muchos ámbitos. La Torá nos muestra que se puede escuchar al otro y cambiar la postura inicial, que las leyes pueden no ser tan justas y que se pueden enmendar.

Que esta lectura nos ayude a abrir nuestros corazones y escuchar al otro, para visualizar y comprender su situación, y buscar el modo de encontrar una solución a su problema, para que todos podamos convivir en paz y en armonía, en un mundo más justo. Shabat Shalom!

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