Comunidad Bet Hilel

Parashá Miketz

Bereshit

Esta semana comenzamos a leer cómo llegó Yosef al gobierno de
Egipto. Lo primero que se relata son los conocidos sueños del
faraón. El faraón vio 7 vacas gordas comiendo en el Río Nilo. De
pronto, aparecen 7 vacas flacas que devoraron a las vacas gordas y
sin embargo, siguieron tan flacas como antes.
El faraón se despertó y volvió a dormir. Vio 7 espigas de trigo
gordas y 7 espigas flacas que aparecieron y consumieron a las
gordas. Se levantó a la mañana siguiente y llamó a los magos y
sabios para que encontraran una interpretación. Todos trataron,
pero no pudieron.
Entonces el copero que había estado en la cárcel con Yosef sintió
que debía contarle al faraón sobre el joven que interpretaba los
sueños quien fue Inmediatamente llamado y llevado al palacio.
Yosef, en su humildad no hizo ningún pedido. Solamente afirmó que
las interpretaciones provenían de Dios.
Le dijo entonces al faraón:
“El sueño revela que habrá 7 años de abundancia en Egipto,
seguidos de 7 años de intensa hambruna. Será necesario guardar
todo lo que fuera posible para poder sobrevivir. Elija a una persona
sabia que almacene los granos durante 7 años, para prepararse de
esta manera para los años de sequía”.
El faraón designó a Yosef como primer ministro con muchos
beneficios. Le dio nuevo nombre – Tzafnat Paneaj, “aquel que
revela cosas escondidas” y también una esposa, Osnat, la hija de
Potifera, sacerdote de On, quien le dio dos hijos: Menashé y Efrain.
En todos los lugares, menos en Egipto, faltaba comida.
Yaacov mandó a sus hijos, menos al más pequeño, a Egipto a
comprar granos, tenía miedo de enviar a Binyamin, el último hijo de
su querida Rajel.

Cuando llegaron a Egipto se inclinaron ante el virrey, cumpliéndose
así la profecía del sueño de Yosef.
Yosef los reconoce, no así ellos y los acusa de ser espías. Ellos
niegan ese cargo, “Somos todos hermanos, hijos de un solo
hombre”, “Somos 12 hermanos, falta uno (Yosef), y el menor
(Binyamin) está en casa con nuestro anciano padre. Sólo hemos
venido a comprar granos”.
Después de interrogarlos, les vende alimentos, pero retiene a
Shimon exigiendo que traigan a Binyamin, como prueba de que no
son espías y que dicen la verdad.
Los hermanos encuentran entre sus pertenencias el dinero que
habían pagado en Egipto por su compra, se asustaron y dijeron
“¿Qué nos está haciendo Dios?”.
Al llegar a casa le cuentan a su padre todo lo ocurrido. En un
comienzo, Yaacov no permite que se lleven a Binyamin, pero luego,
por la situación de hambre en el lugar accede a dejarlo ir. Al llegar a
Egipto, Yosef los trata con respeto y les pregunta por su padre.
Cuando ve a su hermano menor, se emociona y se esconde para
que no lo vean llorar y les pide que vayan por el padre y vivan en
Egipto. Pero era una trampa, Yosef le ordenó a su ayudante que
devolviera el dinero de los hermanos y que pusiera su gran copa en
el saco de Binyamin. Los hace perseguir y les ordena regresar al
palacio, y retiene a Byniamin como esclavo.
El desenlace de este episodio es relatado en la próxima Parashá,
Vaygash. Los hermanos se unen para hacerse cargo de lo que le
puede suceder al otro, la posibilidad de perder a un hermano más
los confrontó con la insensibilidad con la cual obraron cuando
vendieron a Yosef para deshacerse de él.
Yosef albergaba algunos resentimientos contra sus hermanos
después de haber sido vendido como esclavo y haber sido tratado
de forma tan cruel. Al poner a su hermano Binyamin en una
situación similar y observar los esfuerzos que hicieron por salvarlo,
Yosef pudo perdonarlos de todo corazón. ¡De esta forma, la
desavenencia entre ellos se sellaría y el pueblo judío podría
sobrevivir a esta prueba tan dura!
Yosef había logrado su misión: los hermanos se dieron cuenta de
su error y Yosef pudo superar sus malos sentimientos hacia ellos.

Que siempre podamos tomar decisiones correctas, y si nos
equivocamos, como ocurrió con los hijos de Yaacov, lograr
revisarlas para decidir cómo queremos vivir y como serán nuestros
vínculos.
Esta semana concluye la festividad de Janucá, celebramos la
victoria de lo Macabim, una familia unida, que luchó y venció a los
griegos quienes pretendían alejar a los judíos del judaísmo, con la
esperanza de asimilarlos a la cultura griega, despreciando nuestros
valores más sagrados.
Jánuca simboliza la batalla de los pocos contra los numerosos, de
los débiles contra los poderosos, de la eterna lucha del pueblo judío
por su fe y por su existencia.