Comunidad Bet Hilel

Parashá Vaieshev

Cada familia es un mundo

Prof. Myriam Laufer – Directora de Ofakim

Bereshit (Génesis), el primer libro de la Torá, está repleto de historias bellas y fundantes de nuestra Tradición. La Creación del mundo, los primeros seres humanos, nuestros Padres (Patriarcas) y las peripecias que se desarrollan en sus vínculos familiares: peleas, amores, nacimientos, envidias, alejamientos, reencuentros….

La parashá de hoy nos habla justamente acerca de las relaciones y de los “títulos” dentro de una familia muy extensa, la familia de nuestro Patriarca Iaacov, que tuvo cuatro mujeres, doce hijos varones y una hija. 

¿Se imaginan la complejidad de los lazos que habrán existido entre los diferentes integrantes de esta familia? ¿Qué “título” habrá tenido o deseado cada uno de esos hijos? No lo sabemos exactamente. Pero sabemos que a muchos de sus integrantes algo no les gustaba, y es que había un hijo que era el preferido de su papá Iaacov.

¿Saben quién era este hijo especial? Sí, Iosef! El hijo de su amada Rajel, el elegido por el padre, era a su vez y justamente por esta misma razón, el odiado por sus hermanos.

Y además, ¡Iosef era un gran soñador! Sí, él también podía interpretar qué era lo que cada sueño significaba. 

No queda claro si por ingenuidad o por soberbia, a Iosef le gustaba relatarles a sus queridos hermanos cada uno de sus sueños y explicarles con lujo de detalle qué profetizaban, tal como más adelante nos revelará el texto bíblico. En definitiva, de alguna manera esto es lo que cada uno de nosotros hace, compartimos con las personas que amamos, nuestros sueños, deseos, alegrías y tristezas.

Lo cierto es que en un principio sus hermanos lo escuchaban con curiosidad y un poco de extrañeza, por conocer los pensamientos de su pequeño hermano. Pero con el pasar de los años y con una túnica de colores brillantes y hermosa que su padre sólo le regaló al pequeño y mimado Iosef, el vínculo entre ellos se resintió, tanto, tanto, que decidieron que ya no lo soportaban más. Querían remediar esta situación lo antes posible. Ya no querían oír ni uno solo de sus sueños. 

Se alejaron de Iosef, se fueron hacia una tierra lejana a pastorear el ganado de su padre. Ya no querían convivir con Iosef, a quien odiaban. 

Sin embargo, Iaacov quería restablecer la paz entre sus hijos y por esta razón envió a Iosef hacia ellos para que a su regreso le llevara las buenas nuevas. Cuando sus hermanos lo vieron acercarse no dijeron “Allí viene Iosef, nuestro hermano”, sino que se dijeron entre ellos: “Allí viene el soñador”. Iosef había recibido un “título” por parte de sus hermanos, pero había sido a costa de separaciones, enojos, incomprensión y angustias. Un “título” con connotaciones negativas para su familia y con duras consecuencias para sí mismo y para los demás.

La vida de Iosef continuó, en Egipto, solitario, soñando y descifrando sueños propios y ajenos. Quizás anhelando recuperar los afectos que había perdido.

Mucho tiempo después llegarían el reconocimiento, el poder y la fortuna… lejos de su familia y en una tierra extranjera… Hasta que volvieran a encontrarse…

Iosef ya tenía un nuevo título dentro de su familia, sin embargo a lo largo de la vida cultivaría otros, esperados y deseados por él. Esposo, padre, visir del faraón…

Seguramente vos hayas recibido diferentes “títulos” a lo largo de tu vida. ¿Los considerás que todos tienen la misma importancia? ¿Preferís alguno por sobre los demás? ¿Hay alguno que quisieras nunca haber recibido? ¿Te esforzás por conseguir alguno y aún no lo lograste?

Que aprendamos a valorar aquellos “títulos” que realmente les den sentido a nuestras vidas y sepamos encaminar nuestras acciones en pos del beneficio de nuestros seres amados, resignificando nuestras vidas y nuestros vínculos, haciendo realidad nuestros sueños y deseos más profundos juntos y en Comunidad.

¡Shabat Shalom umeboraj!

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