Comunidad Bet Hilel

Parasha Itró

Rab Sarina Vitas

Primera clase en la carrera de Administración de Empresas, el profesor reparte el capítulo 18 del libro de Éxodo. ¿Acaso vine a estudiar Torá fue mi pregunta? Y la respuesta se develó sola.

Este es el capítulo que relata el sabio consejo de Itró, suegro de Moshé, para con su yerno. Lo veía como trabajaba anonadadamente día y noche escuchando y juzgando al pueblo. Es verdad, hasta el momento Moshé era el único conocedor de la ley y la única autoridad para poder juzgarlos.

Itro se sorprendió de este accionar de Moshe y le advirtió: “No está bien lo que haces, sin duda desfallecerás así como tu pueblo que está contigo, porque esto es demasiado pesado para ti. No podrás hacerlo solo” (vers. 17-18). Y después de la advertencia le aconsejó: Elige hombres con virtudes y capacidades. Tú les enseñarás y transmitirás la ley, de esa forma podrán ayudarte. Y juzgarán ellos también, los temas importantes que lleguen a vos, pero el resto, que se hagan cargo. 


Leerlo, es aprender nuevamente una lección de vida. Es de los consejos más sabios que un líder puede recibir en su función y de los aprendizajes más sanos en nuestra intimidad.

Nadie lo puede todo, ni lo sabe todo… y muchas veces actuamos así. Por orgullo, por ansias de poder, por miedo a manifestar debilidad, por temor a que nos muevan el piso. Asumimos todo en nuestras espaldas, y con el tiempo desfallecemos.  

En la sociedad que vivimos los ejemplos abundan. Líderes de toda clase, que con tal de deslumbrar, poseer el poder total y llevarse los aplausos; evitan transmitir, compartir, educar y dar lugar a mayor participación.

Desde antaño aprendemos que no es el mejor camino, es más, es el equivocado. Un buen líder requiere de un buen equipo. De confianza y armonía con los otros. De ser empático y solidario. De transmitir que todos están para todos. En eso radica el verdadero liderazgo.

Si Moshé no hubiese dividido la tarea, con su muerte el pueblo de Israel se habría quedado sin nadie que pudiera sucederlo, lo cual hubiera provocado un caos.
Es factible creer que al delegar, nos debilitamos y perdemos lugar; pero es lo contrario brillamos mucho más y contagiamos ansias de construcción y desarrollo.

Ojalá este texto pueda infundirnos seguridad en las decisiones de aprender a compartir y guiarnos en la vida comunitaria, social, como en los aspectos personales… a escuchar las palabras de Itró y hacer caso a su sabio consejo.

Shabat Shalom Umeboraj

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