Comunidad Bet Hilel

Parasha Haazinu

Por Rab. Alejandro Bloch
Este shabat leeremos Parashat Haazinu, el cántico con el que se despide Moshe Rabenu del
pueblo de Israel.
Este cántico describe y sintetiza la historia de nuestro pueblo y su relación con el Creador,
desde los orígenes hasta ser redimido en los tiempos mesiánicos.
(…) En el comienzo de Parashat Haazinu, Moshe utiliza la metáfora del agua para referirse a sus
palabras.
La Torá misma es descrita como el agua en la literatura rabínica, ya que esta también da vida al
ser humano.
Moshe presenta cuatro imágenes diferentes, cuatro formas en las que el agua desciende del
cielo, lluvia, rocío, aguacero, chaparrón.
Mi lección goteará como la lluvia, mi dicho fluirá como el rocío: como un aguacero sobre la
hierba, como un chaparrón sobre el herbaje.
Cada una con una intensidad diferente, cada una de ellas penetra en la tierra hasta otro nivel.
El Rebe Abraham de Trisk, en su libro Maguen Abraham, cita una enseñanza del Arizal que
hace un paralelismo de estas cuatro modalidades del agua, con la mitzvá más importante que
cumplimos en Rosh Hashaná, escuchar el Shofar.
El establece una relación entre las cuatro menciones del Agua, los cuatro sonidos del Shofar,
Tekiá, Shevarim, Teruá y Tekiá Guedolá, y cuatro personajes de nuestra tradición que se
transforman en arquetipos, que más adelante también estarán presentes en la festividad de
Sucot.
Estamos hablando de Abraham, Itzjak, Iakov y el rey David.
El agua, las Tekiot y los patriarcas junto al rey David, son formas de relacionarnos con el
Creador, nuestra forma de conectarnos, la forma en que nuestra alma se moldea y se prepara
para adherirse al mekor Jaim, a la fuente de la vida.
Un sonido íntegro, entrecortado, o un gemido como la Teruá, para volver a un sonido sin
quiebres y extenso como la Tekiá Guedolá, la lluvia, el rocío, el aguacero, el chaparrón, cada
uno conmoviendo, movilizando o alimentando y dando vida en diferentes niveles, cada uno
conectándonos con lo que representan los cuatro personajes, misericordia, armonía y verdad,
disciplina y por último, nobleza, se transforman en las herramientas para trabajar en nuestra
teshuvá y reparar nuestra alma para contribuir a la reparación de la sociedad y del mundo.
Cada uno de estos personajes lloró y gritó como la lluvia y como sonido del Shofar y cada uno
luchó por encontrar su lugar y recuperar su armonía interna.
La teshuvá, en definitiva, significa poder recuperar nuestra unidad interior, después de haber
experimentado el dolor, y la pérdida, los quiebres y las lágrimas.
Estamos comenzando un nuevo año, que podamos comprender el mensaje de los sonidos de
Shofar, que podamos recibir las palabras de la Torá cada uno en los niveles que necesitemos, y
que podamos incorporar en nuestra vida las virtudes de los patriarcas y del rey David.
¡Shabat Shalom! ¡Gmar Jatima Tova!

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