Comunidad Bet Hilel

Parashá Behaalotjá – ¿Crítica o preocupación?

Por Nora J. Kors de Sapoznicoff

La Parashá de esta semana, Behaalotjá, termina con un incidente que tiene como
protagonistas a Miriam y a Aharón. Este puede leerse de varias maneras y llevar a diversas
conclusiones según su interpretación.
El texto comienza diciendo: “Y hablaron Miriam y Aharón contra Moshé, por causa de la
mujer kushita que él tomó; porque mujer kushita había tomado. Y dijeron: ¿Acaso tan sólo
con Moshé ha hablado Adonai? ¿No ha hablado también con nosotros? Y oyó Adonai”
(Num. 12:1-2)
Muchas interpretaciones hacen hincapié en la crítica a Moshé por causa de su mujer
centrándose en la condición de kushita -negra-. Lo toman como un hecho negativo de
discriminación por su color de piel o su condición de extranjera, aunque lo que aparece en
la Torá sean esas pocas palabras citadas. La enseñanza en este sentido es muy valiosa y
continúa vigente y aplicable en nuestros días. Pero esto coloca a Miriam y a Aharón en un
nivel muy bajo de humanidad y respeto al prójimo, al diferente, que no coincide con los
comentarios y el sentimiento del pueblo hacia ellos, especialmente por Miriam, de quien
ponderan la bondad de su persona desde su primera aparición en la Torá, cuando se ocupa
del destino de su hermano Moshé.
El mismo texto puede leerse de otro modo.
Rashi presenta una visión más positiva de Miriam. En lugar de centrarse en la palabra
“kushita”, lo hace en la palabra “casado”. Moshé ya no pasaba tiempo con su mujer, algunos
sugieren, incluso, que se había divorciado de ella. Tal vez, Miriam y Aarón estaban
preocupados por la falta de atención de Moshé a su mujer. La motivación de Miriam estaba
más centrada en el bienestar de Tzipora, la esposa de Moshé, que en sentimientos de celos
o rivalidad. Moshé tenía que estar listo para escuchar la palabra de Dios en cualquier
momento, tenía que ser ritualmente puro en todo momento, lo que significaba que tenía que
abstenerse de tener relaciones maritales con su esposa y no podía dedicarle la atención
que merecía.
En su comentario hacen referencia a que Adonai también se comunicaba con ellos, tal vez,
queriendo señalar que eso no los llevó a desatender a sus familias.
Todo esto motivó el enojo Divino, quien convoca a los tres juntos, les habla a Moshé, a
Aharón y a Miriam y después llama a Aharón y Miriam y les dice: “Escuchen, les ruego, mis
palabras. Si hubiese profeta entre ustedes, Yo, el Eterno, me daría a conocer a él en visión,
o en sueños le hablaría. ¡No es así con mi siervo Moshé! En toda mi casa, él es fiel. Boca a
boca (directamente) hablo con él, y con palabras claras y no con enigmas; y la gloria del
Eterno contempla. ¿Entonces, por qué no temieron hablar contra mi siervo Moshé?” (Num.
12:6-8)
Aquí hay varios aspectos a los que prestar atención. Dios les habla a los tres, Moshé es
testigo de que llama a sus hermanos y les habla por separado. Se dirige a ellos y les explica
cuál es el motivo de su ira. No menciona el hecho de haber discriminado a la mujer de
Moshé, sólo haber hablado a sus espaldas, haberlo criticado y compararse con él. Dios le
muestra a Moshé su apoyo, pero no expone a Miriam y a Aharón a la vergüenza de ser
reprendidos delante de Moshé y de todo el pueblo, pero los castiga de forma visible frente a
todos, dejando a Miriam completamente blanca, leprosa. Aharón asume la responsabilidad
conjunta del error cometido y le ruega a Moshé que no permita que ella quede así, como
muerta. Entonces Moshé clamó a Dios pidiéndole, por favor, que la cure. Y Él accede.

Miriam no habla con Dios y le pide que la cure, tampoco lo hace Aharón. Ellos comprenden
el mensaje Divino y la conexión preferencial de Moshé. Moshé, que “era muy modesto, más
que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra” (Num. 12:3), perdona a sus
hermanos y suplica a Dios. No hubiera habido perdón Divino si Moshé no lo hubiera hecho.
Cuántas veces nos encontramos frente a situaciones donde una o varias personas hablan
por detrás de otra, comentan situaciones que pueden tener un fundamento, pero pueden
llevar a interpretaciones erróneas a quienes los escuchan y comienza así una cadena de
divulgación (chisme) que termina en un daño. Esto es lo que solemos llamar “lashón harrá” –
malas lenguas-. Ni siquiera Dios puede perdonar el daño si no lo hace el damnificado.
Seguramente, si Aharón y Miriam hubieran ido de frente a plantear su preocupación a
Moshé, no hubiera habido consecuencia contra ellos. Por otro lado, Dios no los castiga
inmediatamente, primero les explica el error cometido para que ellos pudieran comprender y
arrepentirse, pero también para que el pueblo pudiera comprender la gravedad de la falta.
Por último, esto nos enseña que no importa el prestigio ni el rango social del individuo, nada
lo exime de la sanción por obrar incorrectamente.
Que podamos encontrar el modo de acercarnos al otro con respeto y expresar nuestra
opinión, sin la intención de agredir y ofender, sólo buscando el bien, y que tengamos la
capacidad de ser receptores de la opinión ajena sin sentirnos por ello agredidos y
ofendidos.
Shabat shalom umeboraj!

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