Comunidad Bet Hilel

PARASHAT SHLAJ LEJÁ

Por Marta Kohan de Graizman

En 2012 comenzó una excavación arqueológica, en una sinagoga en la
antigua aldea judía de Huqoq, en la tierra de Galilea, dirigida por la
profesora de arqueología de la Universidad de Carolina del Norte en
Chapel Hill que culminó en 2018. Fueron encontrados mosaicos pintados
de los últimos años del período romano-bizantino, de una antigüedad
aproximada de 1600 años.
Esos mosaicos muestran a dos exploradores bíblicos enviados a explorar la
Tierra Prometida, justo después de cortar un enorme racimo de uvas. Lo
cargaron en un poste entre ellos, junto con algunas granadas e higos, a la
finalización de su misión de reconocimiento de la tierra de Canaán.
Esos mosaicos, tenían probablemente la intención de, además de
embellecer la sinagoga, servir a un propósito educativo para la población
de entonces donde muchos eran analfabetos.
¿Cuál sería el interés? Recordar lo que aparece en la Parashá de esta
semana, Parashat Shlaj lejá.
“Y le dijo D´s a Moshé: envía para ti (para él y el pueblo) hombres para
que exploren la tierra de Canaán…reconoced el país, si es fuerte o débil,
numeroso o escaso, cómo son las ciudades en que habitan, abiertas o
fortificadas, cómo es la tierra, fértil o pobre y procuraréis traer algunas
muestras del fruto de la tierra. Y llegaron hasta el valle de Escol y cortaron
de allí una rama de vid con racimos de uvas, que llevaron entre dos por
medio de un poste, y también granadas e higos. y retornaron de esa
búsqueda al cabo de cuarenta días…”(Números:13:23-26)”
Los hombres enviados eran los doce representantes elegidos de entre los
líderes de las tribus. Era el equipo ideal para cumplir con ese mandato.
Sin embargo, como veníamos leyendo de parashiot anteriores, para ese
standard de pueblo, tampoco éste era el momento.
Doce personas regresaron de explorar la tierra y diez dieron un informe
negativo: que “había gigantes, que la misión de conquistar la tierra era
muy difícil”, etc.
El resultado es por todos conocido. Como castigo por ese informe
deberían continuar deambulando cuarenta años por el desierto, uno por
cada día de misión.
¿Qué cambió? Ahora habían ido con la responsabilidad de informar al
pueblo y, en consecuencia, actuar, conquistar la tierra.
En 13:26 dice: ”salieron y vinieron”, lo que es interpretado por Rashi como
“así como su llegada fue con una mala intención, así fue su salida”.

La marcha por el desierto no había sido un lecho de rosas sino más bien,
un camino plagado de escollos.
Sólo Caleb ben Iefune de la tribu de Iehudá y Ieoshua bin Nun de la tribu
de Efraín creyeron en la factibilidad de la conquista, y aunque sus agallas y
su fe no pudieron evitar el nuevo foco sedicioso del pueblo, no temieron
defender sus posturas frente a una mayoría complaciente, asustada por
los cambios, anclada en su zona de confort en el desierto, y casi fueron
lapidados.
¿Quién tenía razón? Los otros diez espías se sintieron abrumados y temían
a la presión social.
Todos en algún momento de nuestras vidas pasamos por situaciones
similares, donde tenemos que elegir entre el silencio complaciente y sin
riesgos de algunas mayorías o el desafío de ir hacia lo que creemos, a
pesar de los obstáculos.
Hoy lo escribimos en papel. Hace mil seiscientos años quedó plasmado en
las paredes pintadas de una sinagoga de Galilea.
La memoria es uno de los emblemas de nuestra cultura.

Shabat Shalom.

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