Comunidad Bet Hilel

El primer pacto con la Humanidad

Por Rab. Sarina Vitas

Cuando Dios creó al hombre le concedió la capacidad de pensar, de analizar y evaluar. La Torá nos dice que el hombre fue creado a “la imagen y semejanza de Dios”.

Definitivamente, el hombre no fue creado al igual que otros seres vivos que habitan en la naturaleza. Sin embargo, el ser humano fue dotado de la facultad del libre albedrío, la posibilidad de elegir entre el bien y el mal.

Diez generaciones luego de Adam, la tierra se corrompe y Dios decide destruir su propia creación.

Sin embargo, para asegurar la continuidad a la vida Dios le pide a Noaj, el único hombre justo de aquella generación, que guardaba sus preceptos, que lleve a su esposa, hijos, las esposas de sus hijos y algunos animales a un arca para resguardarse del diluvio que azotará al mundo.

Noaj cumple y Dios también.

Al cabo de unos meses los únicos seres vivos eran los que estaban en esa Arca.

La Torá nos relata que Dios realiza un nuevo pacto con Noaj: “Y en cuanto a Mí, he aquí que establezco Mi pacto con ustedes, y con su descendencia después de ustedes.” (Bereshit 9:9)

Este es el primer pacto de la Torá.  “Y el arco Iris estará en la nube, y lo veré para recordar el pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente.” (Bereshit 9:16).

Dios elige así sellar el pacto con un Arco Iris, el mismo tiene dos elementos básicos que nos dan vida, y que también en exceso pueden quitárnosla: el sol que nos da el calor y que provoca que las cosas cambien de estado, y el agua que es fuente de vida, de renovación, de transformación en la tierra.

De allí que también podamos inferir el equilibrio de ese pacto que trasciende hasta estos días.

Este pacto no es sólo con nuestro pueblo, lo es con toda la Humanidad.

El pacto con el pueblo de Israel vendrá más tarde con la entrega de la Torá en el Monte Sinai, y posteriormente en el monte Moriá en los últimos días de la vida de Moshé.

Este pacto es con todos los pueblos. Y como todo lo creado es plural, es diverso, así también es el Arco Iris.

Luego de la lluvia, detrás de las nubes, arcos de colores se dibujan en el cielo. Detrás de esos colores y su brillo se esconde un mensaje, un pacto, que bien vendría que lo podamos recordar y tener presente en todos los tiempos.

Para el Creador, representa su pacto con la vida. Pero para nosotros, fruto de Su creación, para recordar que la vida es diversa, plural…

Después de cada lluvia, nos viene a recordar que cada uno de esos colores es una forma de vida, de cultura, de modos de vivir diferente. Y quizá, también, para aceptar que en esa diversidad de etnias, religiones y naciones, podamos entendernos y sentirnos representados.

Iehi Ratzon miLefaneja. Sea Su voluntad que podamos ver las señales del cielo, que nos permitan ver los colores, la diferencias y respetarlas como hijos de un mismo Creador.

¡Shabat Shalom!

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