Comunidad Bet Hilel

Parashat Vaishlaj

Ver la imagen de Dios
Por Rabbi Burton L. Visotzky

Después de 20 años de ausencia del hogar y la familia en la Tierra de Israel, Jacob regresa a su hogar. Y como cualquiera de nosotros en el camino al hogar de nuestra familia de origen, la ansiedad y la incertidumbre (junto con la anticipación y la alegría) juegan un papel central en la experiencia. ¿Hasta qué punto se repetirán los «viejos patrones» de rivalidad entre hermanos y otras tensiones familiares? ¿Podremos liberarnos del dolor pasado para avanzar hacia un futuro más esperanzador y alegre? Tal es la actitud de nuestro patriarca Iaacob cuando regresa a casa, a punto de encontrarse con su hermano, Esav, el mismo hermano de quien robó la bendición, el mismo hermano que claramente tenía planes asesinos contra él por el profundo dolor infligido. Hay una danza elaborada y delicada que se desarrolla cuando Iaacob se acerca a Esav: envía mensajeros por delante, pronuncia una oración a Dios, divide a su familia en dos campos (para que no se destruya la mitad y haya un remanente), y como cualquier sabio suplicante, él ofrece regalos. En particular, Iaacob instruye a sus sirvientes: «Y agregarán: ‘Y su sirviente Iaacob mismo está justo detrás de nosotros'». El versículo continúa: «Porque Iaacob razonó: ‘Si lo apaciguo con regalos de antemano, entonces encárenlo, quizás él me muestre aceptación” (Génesis 32:21). La raíz hebrea conectada a la palabra para «rostro» se repite cuatro veces en este versículo. ¿Cuál es el mensaje implícito del texto?

Rabbi Samson Raphael Hirsch explica, Mientras panim, de p-n-h «girar», tomar la dirección de uno hacia algún lugar, realmente significa en general, la tendencia, la dirección, que alguien está a punto de tomar hacia un objeto, y solo a partir de eso se origina la concepción de panim (cara) —como ser esa parte del cuerpo en cuya posición, se expresa movimiento y mirada… Aquí significa, «quizás él levante mi cara, que ahora está abatida. Me permita mirar a la cara otra vez.”
(Comentario sobre la Torá: Génesis, 502)

Las caras revelan y ocultan; los rostros invitan a la cercanía y sugieren distancia. Es mucho más fácil para Iaacob apartar su semblante de su hermano, Esav. Hacerlo es ignorar a la otra persona, aunque no liberarse a uno mismo de la responsabilidad hacia el otro. El gran desafío de Iaacob en este momento es mirar a su hermano distanciado a los ojos y darse cuenta de la carga y el dolor del pasado. Y para hacer esto, Iaacob debe volverse, precisamente como sugiere el rabino Samson Raphael. Su rostro debe cambiar literalmente su orientación en este momento. Al hacerlo, su postura (tanto física como emocional) se transformará. La evidencia de la importancia de este mensaje se encuentra inmediatamente después del encuentro de Iacob con su hermano. Iaacob insta a Esav a aceptar su regalo y conmovedora y poderosamente declara: «Porque ver tu rostro es como ver el Rostro de Dios, y me has recibido favorablemente» (Génesis 33:10). La raíz hebrea para «rostro», una vez más, se repite. Y después de haber luchado con humanos y seres divinos, Iaacob ahora es capaz de cambiar de orientación.

Este encuentro «cara a cara» entre Iaacob y Esav no se trata solo de la reconciliación entre hermanos y convertirse en «Israel», se trata de ver la imagen de Dios en un ser querido y acercarse un paso más hacia la paz.

Fuente: VAYISHLAH– Seeing the Image of God. By Matthew Berkowitz, Publicado el 12 de diciembre de 2013 / 5773.
http://www.jtsa.edu/seeing-the-image-of-god 
Traducción: Nora J. Kors de Sapoznicoff

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