Comunidad Bet Hilel

Parashat Ki Tavo

Rabbi Jason Gitlin

Si bien el título hebreo formal para cada libro de la Torá se deriva hoy de una palabra en su primer versículo, los rabinos emplearon con frecuencia una lógica diferente: usar un nombre que capturara el tema principal del libro.

Vaikra, por ejemplo, se conocía como Torat Kohanim (Leyes de los Sacerdotes) porque el sistema de sacrificios es su foco principal. Del mismo modo, nuestro libro actual, Devarim, se ganó la denominación de Mishné Torá, una referencia a Deuteronomio 17:18 que significa «segunda Torá / repetida», ya que el libro ofrece un recuento del viaje de los israelitas desde Egipto hasta las fronteras de la Tierra Prometida. El título Deuteronomio es en realidad una traducción griega de Mishné Torá y también se ha convertido en estándar de uso en inglés.

El hecho de que los títulos rabínicos capturen adecuadamente el material fuente, no solo habla de la lectura profunda del texto por parte de los rabinos, sino también de su papel como educadores formadores. Más que ser simplemente descriptivo, el título Mishné Torá hace una poderosa declaración pedagógica sobre cómo la Torá misma nos guía a aprender, internalizar y vivir sus mandamientos y narraciones.

Al dedicar un libro entero, fundamentalmente, a contar de nuevo, aprendemos que el aprendizaje transformacional requiere que dejemos un tiempo y espacio adecuados (nota para los educadores: una quinta parte del total en el caso de la Torá) para reexaminar, contextualizar y procesar lo que hemos experimentado. Por estas razones, me gusta recurrir al lenguaje de la educación empírica para sugerir otra denominación más a la hora de referirnos a nuestro último libro de la Torá: Deuteronomio, el libro de reflexión.

Sobre la base del trabajo del pedagogo pionero John Dewey, el Dr. David Boud, profesor emérito de Educación de Adultos en la Universidad Tecnológica de Sydney, ha sugerido que hay tres aspectos en la naturaleza de convertir la reflexión en aprendizaje:

1. Volver a la experiencia: recordando o detallando eventos destacados (literalmente, ser un judío observante)

2. Conectarse con los sentimientos: usar sentimientos útiles y eliminar o contener los obstructivos

3. Evaluar la experiencia: reexaminar la experiencia a la luz de los objetivos y el conocimiento de uno, e integrar este nuevo conocimiento en el marco conceptual de uno

A través de sus tres discursos de despedida en el libro de Deuteronomio, Moisés sirve como un modelo de practicante reflexivo, actuando no solo para sí mismo, sino que dirige a todos los israelitas en este ejercicio mientras se preparan para ingresar a la Tierra. Por supuesto, las inconsistencias entre cómo algunos de los eventos se describen por primera vez en la Torá y luego son relatados por Moisés, revela que esto no es un recuento estricto; más bien, es una reconsideración más profunda que conduce a ideas nuevas y significativas. También se puede ver la iniciativa rabínica de reexaminar la narrativa bíblica e integrarla en el marco del judaísmo rabínico como continuación de este proceso reflexivo.

Un texto de prueba poderoso para la conciencia de la Torá sobre el papel que juega la reflexión en el aprendizaje proviene del siguiente versículo en Parashat Ki Tavo:

Y Moisés llamó a todo Israel y les dijo: “Han visto todo lo que el Señor hizo ante tus propios ojos en la tierra de Egipto, al Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra; las grandes pruebas que vieron sus propios ojos y esas grandes señales y maravillas. Sin embargo, hasta el día de hoy, el Señor no les ha dado un corazón para saber, ojos para ver y oídos para oír.” (Deut. 29: 1-3)

Varios comentaristas hacen referencia a una idea del Talmud (BT Avodah Zarah 5b) para ayudarnos a entender por qué debería haberles tomado tanto tiempo a los israelitas, y a todos nosotros hoy, alcanzar los «corazones [y mentes] para saber». Rashi escribe (en el v. 6), “Nadie puede comprender ni las profundidades de la mente de su maestro ni la sabiduría de sus estudios antes de los 40 años. Por lo tanto, el Omnipresente no fue estricto contigo hasta este día; pero de ahora en adelante [ya que hoy se cumplen 40 años para el pueblo de Israel], Él será estricto contigo; y por lo tanto: ‘Observen las palabras de este pacto…», como dice en algunos versos más tarde.

Sabemos que los 40 años a los que se refiere Rashi representan no solo el paso del tiempo, sino la preparación espiritual y la reflexión que acompañó ese período. Además, el texto está hablando no solo a los israelitas bíblicos, sino a todos nosotros hasta hoy que nos estamos preparando para entrar a la Tierra, un lugar espiritual más elevado. Ahora que hemos contado y meditado la lectura de Deuteronomio, tenemos la capacidad de comprender.

Quizás el papel definitorio del aprendizaje reflexivo en la vida judía es la convergencia espiritual de nuestra lectura Deuteronomio durante el período previo a las Altas Fiestas. Al acercarnos a nuestra lectura anual de Deuteronomio como una práctica reflexiva, podemos utilizar de manera más efectiva su visión como un paso clave en el proceso de teshuvá, en el que estamos involucrados desde Tishá BeAv hasta Hoshaná Rabá. Y es de esperar que podamos reconocer y ampliar el objetivo del aprendizaje judío de un ejercicio intelectual a un esfuerzo mucho más holístico en el que buscamos profundizar nuestra capacidad de ver, oír y conocer a través de nuestros corazones.
Shabat Shalom!

Fuente: Reflective Learning in the Season of Teshuvah, Publicado el 12 de septiembre de 2014 / 5774.
http://www.jtsa.edu/reflective-learning-in-the-season-of-teshuvah
Traducción: Nora J. Kors de Sapoznicoff


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