Comunidad Bet Hilel

Parasha Vayakhel

Por Sabrina Mancovsky

En la parashá de esta semana, como su nombre lo indica (vayakhel: “y reunió”), Moshe
reúne al pueblo de Israel y reitera el mandato de observar el Shabat. Luego le transmite al
pueblo la orden Divina de construir el Mishkán (Tabernáculo).
El pueblo aporta gran variedad y cantidad de los materiales requeridos, entre los que
se incluyen: oro, plata, cobre, lana, pelo de cabra, lino, pieles de animales, madera, aceite
de oliva, hierbas y piedras preciosas. Moshé hace un recuento de todos aquellos y, debido a
la enorme recaudación, acaba finalizándola.
Siguiendo la orden que dio inicio a la recaudación de material, un grupo de
artesanos de “corazones sabios” construye el Mishkán y sus utensilios: tres capas de
cobertura en forma de techo; paneles con oro para las paredes, bases de plata para el
fundamento; el Parojet (cortina) para separar el Santuario y la Masaj (pantalla) del frente; el
Arca y su cobertura con los Querubím; la Menorá (uno de los símbolos más antiguos del
judaísmo); el Altar de Oro y el incienso en él quemado; el Altar Externo para las ofrendas
quemadas y todos sus utensilios; las cortinas, postes y bases para el Patio; y el Kior para el
lavado ritual, junto a su pedestal, hecho de espejos de cobre.
Finalmente, el Mishkán es terminado y presentado ante Moshé, quien lo erige y unge
con Aceite de Unción e inicia a Aarón junto a sus cuatro hijos en el sacerdocio. A
continuación, una nube se posiciona sobre el Mishkán, indicando la Presencia Divina.
Lo llamativo de esta parashá, es que dedica al comienzo unos pocos versículos
relacionados con Shabat, y luego todos los versículos restantes tratan acerca de la
construcción del Tabernáculo, como acabamos de apreciar. Gracias a esta yuxtaposición,
nuestros sabios aprenden que está prohibido construir el Mishkán en Shabat. No obstante,
uno podría pensar que dado que se trata de un medio a través del cual el individuo puede
obtener una relación más profunda con Dios, su construcción debería estar por sobre las
leyes de Shabat. Entonces, ¿Por qué no es así?
Creo que la razón es porque la acción de “construir” es, al final de cuentas, un acto
mundano. Y cuando nos involucramos en algo mundano, independientemente de si tiene un
propósito significativo o no, es muy fácil olvidarnos del por qué lo estamos haciendo.
Una enfermera puede extraer sangre el día entero y convertirse en una extractora de sangre
en vez de en alguien que está ayudando a salvar vidas. Un madrij puede dar actividades
todos los días y convertirse en un simple animador, en lugar de un educador para la vida. Y
una persona que construye el Santuario para Dios puede terminar viéndose a sí mismo
meramente como un constructor.
Shabat es el día en que nos detenemos y recordamos. Es el día que dejamos de hacer lo
que hacemos diariamente y recordamos el motivo por el cual lo hacemos.
Si no nos detenemos en Shabat para reenfocarnos, entonces incluso la construcción del
Mishkán podría perder su significado para nosotros. Cuánto más aún con respecto a las
demás tareas en las que nos vemos involucrados constantemente. Por lo tanto, es vital
tener esa perspectiva cada semana, sin excepción.
Shabat Shalom

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