Comunidad Bet Hilel

Tzav – 5778

TZAV – Shabat HAGADOL

Por el Rabino Dr. Ismar Schorsch,
Rector emérito del Jewish Theological Seminary

El rasgo más distintivo del Shabat HaGadol, el Gran Sábado inmediatamente anterior a Pésaj, es que exigía un sermón. En la sinagoga pre-emancipación, el rabino acostumbraba a hablar solamente dos veces al año: en el Shabat antes de Pésaj y en el Shabat entre Rosh haShaná y Yom Kipur, Shabat Shuvá. Estos sermones tendían a ser de carácter halájico, para recordarle a los fieles la manera apropiada y elaborada de observar la festividad por venir.

Ningún rabino moderno, sin importar su filiación religiosa, podría ahora salirse con la suya predicando en forma tan fácil. En nuestros días, se espera que los rabinos prediquen cada Shabat, y a veces hasta dos veces, en las congregaciones donde todavía existe un servicio el viernes por la noche. Sospecho que esta tarea semanal es el aspecto más demandante para el rabinato moderno. Yo me esfuerzo por escribir un comentario semanal sobre la porción de la Torá como un acto de solidaridad para con mis colegas en las trincheras. Pero también deseo demostrar que en la Torá podemos encontrar un currículo inextinguible. En una cultura exegética como es el judaísmo, en la que la imaginación religiosa ha transformado las palabras de la Torá en hilos de propósitos infinitos, es posible referirse a casi todas las facetas de la vida judía a través de esta lente. La Torá es un tapiz de color y diseño nunca inmutables.

Lo que cambió la naturaleza del rabinato fue el proceso de emancipación en el siglo XIX, mediante el cual los judíos eventualmente se convirtieron en ciudadanos de los estados en los que residían. Conforme disminuyeron las represiones comunitarias y se expandieron las oportunidades individuales, la identidad y la lealtad judías se deterioraron rápidamente. En este ambiente competitivo, la sinagoga se transformó en la arena donde se debía luchar por la fidelidad del judío asimilado. Ya no era solo un lugar donde se cumplía con la obligación de orar con un minián. La arquitectura, el decorado, la música y las palabras fueron configuradoas para inspirar y edificar a los asistentes. El rabino tenía ahora el deber de convencer a sus oyentes de que el judaísmo era una religión avanzada de lógica intelectual, poder espiritual e importancia universal.

Cada vez con mayor frecuencia, las expresiones judías se fueron confinando a la sinagoga, cargando al sermón semanal con un significado cada vez más grande. Los jóvenes dejaron de asistir a las escuelas judías, y dedicaron cada vez menos tiempo a la adquisición de conocimientos sobre los textos y habilidades judías. El contenido religioso de los hogares judíos disminuyó en forma estrepitosa, dejando que el judaísmo se defendiera sólo en la restringida base de la sinagoga. En 1949, Mordejai Kaplan describió amargamente las deplorables consecuencias de este desarrollo: “Cuando se descuida la educación judía, el contenido completo del judaísmo se reduce a un mero reconocimiento del antisemitismo. El judaísmo deja de ser entonces una civilización, y se convierte más bien en un complejo” (El Futuro del Judío Americano, pág. 44). El rabino moderno se había convertido en poco menos que en un recepcionista desesperado de un judaísmo contraído.

Aun así, un sermón semanal difícilmente es suficiente para sostener la conciencia judía. El hogar siempre ha sido el principal semillero para la formación del carácter judío. En la segunda mitad del siglo XIX, Moritz Oppenheim, popular pintor costumbrista judeo-alemán, pintó una serie de veinte obras relacionadas con la vida familiar judía tradicional. De los once cuadros dedicados al Shabat y a las festividades, diez dibujan la celebración del día dentro de un hogar judío. Hasta situó la celebración del bar mitzvá en el hogar. Parte del gran logro de Oppenheim al colocar el arte al servicio del judaísmo fue estampar en la audiencia internacional la idea de que el judaísmo, una vez, se practicó en forma natural y gozosa fuera de los confines de la sinagoga. Un judaísmo que se expresa solamente en la sinagoga es un judaísmo en riesgo.

Pésaj es sobre todo una fiesta destinada a celebrarse en el hogar. Limpiar la casa de jámetz y disponerla para los sedarim son preparaciones que demandan tiempo y colaboración. Todavía recuerdo cuando tenía que moler el pescado a mano, como preparación para el gefilte fish de mi madre. Cuando finalmente ya no le fue posible hacerlo de principio a fin, ella “arreglaba” el tipo procesado. A menudo dormitaba contenta en el primer Séder, tras las largas horas de trabajo que lo precedían. Su alegría equivalía siempre a la intensidad de la preparación.

El Séder mismo es un ejemplo de drama religioso, diseñado para promover un sentimiento de expiación. Nos esforzamos al máximo por ser inclusivos: invitamos al hambriento y al extranjero; entretenemos la curiosidad de nuestros niños en toda su diversidad. La narración sirve de puente entre las generaciones. Nuestras acciones y palabras provocan el diálogo, la canción y la plegaria. Una profusión de símbolos y rituales conjuran la memoria de nuestro pasado colectivo. El contrapunto entre el Éxodo y el Holocausto iluminan el misterio de la supervivencia judía.

La haftará para el Shabat HaGadol anuncia el Séder. Hace referencia al regreso del Profeta Elías para preparar el camino a la llegada del Mesías. Tal vez este año, cuando abramos nuestras puertas, lo encontraremos parado en el umbral. En nuestros platos del Séder siempre hay una copa llena de vino esperándolo. Elías es un símbolo de reconciliación. La haftará lo imagina subsanando la grieta entre padres e hijos: “Él volverá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia sus padres” (Malaquías 3:24). En resumen, la era mesiánica emanará de nuestros corazones y hogares para abarcar el mundo. La armonía entre las generaciones que logramos en nuestras mesas durante el Séder allana el momento de la llegada de Elías.

A todos ustedes, mis mejores deseos para un zisen Pésaj (un dulce Pésaj).

Shabat shalom umevoraj!

Fuente: “Unión Judía de Congregaciones de Latinoamérica y el Caribe”, TZAV 5764 Shabat HAGADOL, http://ujcl.org/Ujcl/?p=1408.  La traducción del comentario de la Parashá del Rabino Schorsch es realizada por la Unión Judía de Congregaciones de Latinoamérica y el Caribe: http://www.ujcl.org/

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