Comunidad Bet Hilel

Parashat Nitzavim

La Parashá Nitzavím comienza señalando a cada uno de los que están presentes escuchando las palabras de Moshé:

“Ustedes están hoy, todos ustedes, delante de Adonai su D’s, sus jefes de tribu, sus ancianos y sus oficiales, toda persona de Israel. Sus niños, sus mujeres y los extranjeros que viven en los campamentos de ustedes, desde los que cortan la leña hasta los que llevan el agua” (Deut. 29:9-10)

Pareciera que Moshé trata de llamar la atención de cada individuo para que entienda que le está hablando de forma personal. Y debe ser así, porque volverá a establecer el pacto con D’s, que ya habían concertado y transgredido. Esa alianza entre el pueblo y D’s, en la que el pueblo que se compromete a ser el pueblo de D’s y D’s a ser el D’s del pueblo.

Moshé usa palabras sencillas y claras, para que todos comprendan.

Restablece el pacto y aclara que no es solo para los que estaban presentes escuchando en ese momento, “sino también con los que hoy no están con nosotros” (Deut 29:13) 

Esto señala, no solo el compromiso entre el pueblo y D’s, sino también entre las personas que conforman el pueblo entre sí. No se trata solo de un grupo de personas que comparten una circunstancia, es un pueblo con una historia común, un compromiso que los une para alcanzar un objetivo, que no es solo el de conquistar la tierra, sino una elección de vida con una visión superadora. Vincula en este compromiso a las generaciones por venir y crea una conciencia y la necesidad de transmitir.

Hay en el texto amenazas por el incumplimiento de las leyes que D’s entregó, y descripción de consecuencias aterradoras, “verán una tierra devastada por el azufre y la sal, donde nada podrá plantarse, donde nada germinará, ni siquiera crecerá la hierba” (Deut. 29:22). 

¿Será que sin el temor no se puede evitar la transgresión? ¿El miedo es lo que nos previene de infringir la ley? ¿Es tan terrible el modo en que lo plantea la Torá? 

Veamos un ejemplo de nuestros días: ¿Respetaríamos la velocidad máxima si supiéramos que no hay multas? ¿Qué pasa con beber alcohol antes de conducir un vehículo? ¿Acaso desconocemos los riesgos?

Vamos a un ejemplo menos dramático: ¿Apagamos o silenciamos los celulares cuando se indica su prohibición de uso? El simple hecho de respetar al lugar y a las personas presentes ¿no basta? ¿Qué pasa con el cuidado de los lugares públicos, las instalaciones (por ejemplo, de nuestra comunidad), cuando creemos que nadie nos ve?

Parece una pedagogía anticuada, extremadamente severa, pero el mensaje es claro. Si no cumplís con tu promesa y no respetás estas leyes, te va a ir muy mal. Pero como se trata de una comunicación colectiva pero también individual, «te va a ir mal», pero también «les va a ir mal» o, mejor dicho «nos va a ir mal». Porque siempre las acciones personales tienen efecto en  el entorno, la familia, la comunidad, la sociedad en la que vivimos e incluso puede afectar al mundo, al planeta.

Por otro lado, también contempla la posibilidad del arrepentimiento, la “teshuva”, el retorno, y si es sincero, de corazón, con toda el alma, entonces volverá la prosperidad, el amor y las bendiciones, y las maldiciones serán para los enemigos.

Finalizando encontramos uno de los versículos más intensos, “Pongo hoy como testigos frente a ustedes al cielo y a la tierra: entregué delante de vos la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Y elegirás la vida para que vivas vos y tu descendencia” (Deut. 30:19)

La fuerza de estas palabras nos pone frente a nuestro libre albedrío. Nuevamente habla en plural y en singular. El mensaje es para todos y es tan importante que no alcanza con ser todos testigos, sino que el cielo y la tierra, en su inmensidad eterna, son testigos a perpetuidad. Pero la responsabilidad recae sobre cada uno, por eso el singular, y de la elección que uno haga estará en juego la vida propia y de las futuras generaciones. Y con “la vida” se entiende, no al simple hecho de vivir, sino a la elección de cómo vivir esa vida.

Estamos en tiempos de Teshuvá. Una buena oportunidad de revisar nuestra vida y nuestra elección de cómo vivirla. Evaluar nuestro comportamiento y nuestro vínculo con D’s y con los demás. Proyectarse al futuro revisando lo hecho en el pasado. Repetir, cambiar, recalcular.

Que el objetivo sea mejorar, ser mejores nosotros y ayudar a mejorar a nuestro entorno.

Que busquemos unir, acercar, compartir, amar y soñar, y que lleguen a nosotros todas las bendiciones y vivamos en paz.

¡Shabat Shalom!
¡Shaná Tová uMetuká!


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