Aparentemente la relación entre Eisav y Iaakov fue desde un inicio compleja.
De acuerdo al texto bíblico, la confrontación comenzó antes del nacimiento de los mellizos, durante el embarazo de Rivka.
“Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Adonai; y le respondió Adonai: dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor”. Génesis 25: 22-23
Luego se incrementó la tensión entre ellos en torno al tema de la primogenitura y finalmente empeoró con la sustracción de las bendiciones.
Los maestros del talmud fueron un paso más adelante y relacionaron a Eisav, padre de los Edomitas, con el prototipo del enemigo eterno de Israel, en su generación Roma.
En este sentido, el conflicto entre los hermanos, no es sino la base de los choques continuos durante la historia, que enfrentó el pueblo de Israel con sus enemigos. Edom se transformó en símbolo del pueblo negativo que acosa al pueblo de Israel.
Sin embargo esta sección de la Torá también nos brinda una vez más la posibilidad de pensar los vínculos, los encuentros y las oportunidades.
En el encuentro entre los dos hermanos, ya adultos y con una cuenta larga de temas pendientes de larga data, suceden algunas cuestiones para tener en cuenta y aprender.
Ambos actuaron con precaución, tomando los recaudos necesarios para cuidar a su gente y no correr ningún peligro.
Se abrazaron, besaron y lloraron, enseñándonos que es posible dejar de lado el orgullo para reencontrarse en paz, no pelear y acordar armonía y tranquilidad.
Sin embargo al continuar cada uno su camino, también nos mostraron que a veces no es posible fusionarse y continuar unidos, aceptando que no es necesario forzar vínculos de integración y coexistencia.
“Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot”. Génesis 33:12-17.
Shabat Shalom uMevoraj!