Comunidad Bet Hilel

Sheminí – 5776

En la parashá de esta semana nos relatan dos sucesos importantes: la inauguración del santuario en el desierto y la muerte inesperada de los dos hijos de Arón.

Es un interrogante que la cultura judía y la memoria colectiva, hayan transmitido con menos fuerzas estos dos eventos que los preceptos que aparecen en esta sección.

Parashat Shminí, contiene uno de los tesoros más antiguos de la tradición judía, las leyes de cashrut.

La mayoría de los judíos, no saben muy bien quienes fueron Nadav y Abihu, pero ¿quién no sabe que es un jazir? ¿Quién no conoce la connotación que tiene el chancho para nuestro pueblo?

La verdad es que no solamente la prohibición del jamón y el chancho son las normas alimenticias de nuestro pueblo. En el texto de nuestra parashá, en el libro de vaikrá/levítico, están los detalles de los animales permitidos para nosotros.

Están aprobados los animales rumiantes y de pezuña hendida, los peces con escamas y aletas y la mayoría de las aves domésticas.

En los miles de años de historia desde la formación del pueblo y la aceptación de la Torá con estas leyes, cada generación le ha dado su explicación y ha buscado la justificación de las leyes de cashrut.

Algunos han destacado la particularidad del pueblo, marcando la diferencia en el menú para un judío y el resto de las personas.

En algún período hasta se llegó a considerar el menú judío propuesto por la Torá como una receta para una buena salud, una salud mas higiénica. Y al lado de estas explicaciones fisiológicas, aparecen las psicológicas, filosóficas y espirituales.

Y todas las justificaciones son correctas y claras. Y depende del oyente cual acepta, a cual adhiere y con cuál simpatiza. Quizás la más convincente, es la ideal. La explicación del vegetariano. Pero claro es la más difícil de alcanzar.

En las leyes de cashrut no hay permiso, está prohibido por completo consumir animales depredadores, solo animales vegetarianos.

En realidad en bereshit Dios autoriza a Adam a comer solo vegetales y frutas; y recién después del diluvio, con Noé aparece el permiso para comer carne, animales, peces y aves.

Evidentemente algo ocurrió durante las diez generaciones, entre Adam y Noé para que haya sobrevenido este cambio. Y la respuesta es la transgresión, el comienzo del derramamiento de sangre en la tierra. La disponibilidad del hombre para matar. Hubo un paso de lo ideal, del gan Eden, al mundo real.

Don Itzjak Abarbanel explicaba que cuando los hijos de Israel estaban en el desierto, Dios los había alimentado con maná y no con pan, intentando transmitir nuevamente el mensaje original, la carne no es el alimento esencial, el pan es lo adecuado, la semilla que el hombre es capaz de elaborar y transformar con esfuerzo en pan para su mesa.

 Estas ideas aparecen diseminadas en los textos de los sabios de todas las épocas, el Rav kuk, Rabi Iosef Albo, Rambam y Abarbanel para mencionar algunos.

Es como si el ser humano que en un principio fue creado con la promesa de la vida eterna y al ser expulsado del paraíso y convertirse en mortal, también recibió la opción de acortar la vida de los animales.

Pero están las leyes de nuestra parashá y la mirada de los sabios de todos los tiempos.

La prohibición de consumir animales con características crueles, los depredadores, y todos los detalles de la shjitá (las reglas para matarlos) y tantos cuidados y detalles que marcan la repulsión de la sangre en nuestra mesa y la condena del asesinato.

Hace 2000 años que no tenemos más Templo ni altar en Jerusalem. Elegimos no hacer sacrificios de animales y tenemos algo grandioso, cada casa y cada hogar, que puede ser un templo.

Cada mesa un altar, cada comida una ofrenda sagrada y digna, con leyes y normas de santidad; y sentirnos cada uno de nosotros un cohen.

La propuesta de una casa con una mesa casher es esa, e incluye la observancia de las reglas alimenticias judías. Las normas de cashrut. Transformar la función animal y mecánica de alimentarnos en un ritual real, nuestro, con su misterio y su significado.

Shabat Shalom uMeboraj!

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