Comunidad Bet Hilel

Shabat Shuvá – 5777

Este shabat recibe el nombre por la haftará, el texto de los profetas que se lee inmediatamente después de la lectura de la Torá. ¡Vuelve, Israel, al Señor tu Dios pues caíste a causa de tu iniquidad!

En estos días todos hablamos de teshuvá, arrepentimiento o retorno.

Para algunos es algo simple, es la oportunidad oficial para volver al sistema de fe y a las creencias básicas.

Para muchos quizás,  un buen momento para confesar los errores, sacarlos afuera y  quizás volver a transgredir y a errar.

A veces podemos desahogarnos, confesar desaciertos y después nos sentimos más livianos. Pero este ejercicio terapéutico no necesariamente nos induce a un cambio esencial, que afecta o modifica la realidad.  A menudo seguimos sin arrancar desde la raíz el error, aquello que está mal, lo que origina la transgresión.

Además tendemos  hacer lecturas simples de nuestros textos tradicionales y  pensamos que Dios no nos va a perdonar.

Recordamos el diluvio y ponemos poca atención en la salvación de Noaj y su familia, de la raza humana en la tierra. Imaginamos la destrucción de Sdom y nos olvidamos de Lot y sus hijas, ponemos en dibujos y películas el mar que amenazó la vida del pequeño Moshé y olvidamos que pudo continuar algún tiempo más en manos de su madre. Nos concentramos en las tragedias a lo largo de las generaciones hasta la Shoá hace tan poco y hablamos del eclipse de Dios y relegamos el odio y crueldad humanos.

Y pensamos: ¿Por qué tengo chance de ser perdonado o de gozar de Su piedad y misericordia?

Todo esto me lleva a pensar en la teshuvá de un modo distinto. Probar modificar nuestras acciones y no pensar tanto que pasa en el cielo o en aquel lugar desconocido y lejano.

Admito que son muchísimos los textos tradicionales que presentan los Iamim Noraim como días de disposición y apertura, de posibilidad de influir en los mundos superiores y la oportunidad de ser perdonados.

Pero creo que es más útil concentrarnos en la propuesta concreta de teshuvá que considera que aquel que retorna, es quien busca su camino y  quiere corregirlo.

Cuantas veces  decimos: “Ya es tarde, si a mi edad soy así, no voy a cambiar ahora, ningún ser humano cambia siendo tan grande”.

Sin embargo la Torá nos presenta el plan de la teshuvá y argumenta que no hay una edad en la que se corta o interrumpe la capacidad del ser humano de transformarse y cambiar, tenga los patrones de conducta que tenga o esté aferrado a un modelo rígido e impenetrable.

Estas fiestas del comienzo de tishrei no vienen a advertir solamente que no nos cerremos en determinaciones erróneas, continuando el camino del mal. Sino que pretenden estimular y fortalecer a quien decidió abandonar un camino y elegir otra alternativa y avanzar sobre ella.

Creo que la tradición judía cree en la posibilidad del ser humano de renovarse y progresar constantemente. Hasta el último día de nuestras vidas nos está dada la oportunidad de hacer teshuvá.

El ser humano es como un árbol bien añoso, que cada primavera vuelve a dar hojas verdes, así es como nosotros en este mes en tishrei somos invitados a renovarnos y florecer.

La teshuvá personal no debería ser algo tomado con liviandad, no implica obtener o conceder un perdón simple y barato. Sino tener sentimientos positivos hacia nuestro prójimo, poder confiar nuevamente en nuestro semejante.

Quiera Dios darnos la fuerza y el coraje para encarar nuestra teshuvá con verdaderas ganas de obtener un perdón, que nos lleve a una transformación autentica y sincera.

Shabat Shalom uGmar Jatimá Tová!

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