Comunidad Bet Hilel

Parashat Beshalaj

«Una cosa buena sobre la música…”
Por Rabbi Charlie Schwartz

Una cosa buena acerca de la música: cuando te golpea, no sientes dolor”. Así abre el himno del reggae de Bob Marley «Trenchtown Rock”. Esta letra atraviesa el increíble poder de la música para transformar el estado de ánimo. La música puede tocar algo profundo dentro de nosotros, puede hacernos sentir. Las melodías expresan emociones e ideas complejas, incluso contradictorias; pueden aliviar el dolor con alegría, así como incrementar sentimientos de pérdida o nostalgia. Este poder emotivo de la música se encuentra en el centro de la parte de la Torá de esta semana, Beshalaj.

Cuando las aguas del Mar de Juncos caen sobre el ejército perseguidor de Paró, leemos: «Y cuando Israel vio el maravilloso poder que Adonai había ejercido contra los egipcios, el pueblo temió a Adonai, y tuvo fe en Adonai y Su siervo. Entonces Moisés y los israelitas cantaron este canto a Adonai» (Éxodo 14:31-15:1). Lo que sigue es Shirat haIam, la canción del mar, un glorioso poema que celebra el poder de Dios. Bien conocida por su lugar en la liturgia diaria, Shirat haIam mejora el relato directo del Éxodo con imágenes metafóricas que se centran en el poder de Dios. El profesor Nahum Sarna destaca este cambio en las imágenes en su comentario de la Jewish Publication Society, señalando que en la narrativa del Éxodo, la división del Mar de los Juncos está precedida por un «viento fuerte del este» de apariencia natural, que sopló durante toda la noche (Éxodo 15:8). En la poética Shirat haIam, este viento es reemplazado por una «ráfaga de las fosas nasales [de Dios]» (Éxodo 15: 8). En el texto bíblico, Moisés usa el poder de la canción para expresar el asombro y la majestad del momento, yendo más allá de los límites de la prosa para capturar la grandeza de Dios.

Dentro de los comentarios rabínicos clásicos, los rabinos no están de acuerdo en cuanto a por qué Moisés eligió este momento particular para cantar. El comentarista del siglo XI, Rashi, escribe: «Entonces, cuando [Moisés] vio el milagro, surgió en su corazón cantar una canción». En la comprensión de Rashi, los eventos asombrosos en el Mar de los juncos encendieron el deseo de Moisés de cantar. Ser testigo de toda la fuerza del poder de Dios hizo asombró tanto a Moisés que se pusiera a cantar. En esta interpretación, el despliegue de pura emoción de Moisés inspiró a los Niños de Israel a unirse a él en una canción y reflejar esa emoción.

En contraste con la opinión de Rashi sobre Shirat haIam, el comentarista del siglo XVI Kli Yakar pregunta de manera implícita por qué Moisés no se inspiró para cantar durante los múltiples milagros y actos de Dios que experimentó a lo largo de la narrativa del Éxodo. El Kli Yakar escribe: «[El canto] no ocurrió durante el éxodo de Egipto porque Moisés sabía que los Hijos de Israel tenían una fe limitada. Sólo cuando [Moisés] vio en la orilla del mar que tenían fe en Dios… entonces cantó”. En la visión de Kli Yakar, Shirat haIam fue inspirada no solo por la grandeza de Dios, sino también por la fe de los israelitas.

Para Rashi, Shirat haIam, la inspiración para cantar, expresa una reacción a una experiencia externa. La canción evoca y refleja la emoción de un momento específico. Para Kli Yakar, Shirat haIam no es la reacción a un evento externo, sino una expresión de un estado espiritual interno. Puesto en otras palabras, según Rashi, cantamos para evocar emociones que podrían estar dormidas o que nunca supimos que existían, mientras que a través de la lente de la interpretación de Kli Yakar, la canción está destinada a dar voz a las emociones que ya sentimos. Para Rashi, la música es la causa raíz de la emoción, mientras que para Kli Yakar, la música es la expresión de la emoción. ¿Cantamos para sentir alegría o cantamos porque estamos alegres?

Situados en el contexto moderno, estos dos enfoques de la canción se incorporan simultáneamente en la música sagrada de la oración judía. Las melodías de los rezos comunitarios judíos aspiran a amplificar y expresar sentimientos, al tiempo que permiten un breve acceso a paladear un espectro emocional más amplio, repleto de sentimientos de conexión, cercanía, sobrecogimiento y lo Divino. Para usar las palabras de Bob Marley, esto es lo que significa ser «golpeado» por la música de la oración judía.

El desafío es llegar a un lugar donde la música de la plegaria pueda amplificar las emociones de uno y quizás despertar nuevos sentimientos. Para lograr esto, la música de la comunidad de uno, las melodías cantadas durante los rezos, alrededor de la mesa y en casa, deben ser vibrantes y evocadoras. El ritmo del nusaj tradicional, o el canto, de la plegaria debe enseñarse como el jazz, donde la improvisación dentro de una determinado tono o modo agrega énfasis y emoción. (No es una coincidencia que Al Jolson como Jakie Rabinowitz (El Cantor de Jazz) luchara para decidir entre la vida como cantor y la vida como cantante de jazz.) Las nuevas melodías de todo el espectro judío deben integrarse con melodías comunes conocidas, ricas en profundidad y conexión con el pasado. A nuestros líderes de oración se les debe dar la libertad para innovar y experimentar.

Tener en mente tanto la idea de Rashi como la de Kli Yakar de Shirat haIam cuando estamos rezando, es sin duda un desafío, pero ésta comienza con una melodía, un líder del rezo, una experiencia poderosa. Comienza con las comunidades que se unen para cantar, aprenden nuevas melodías e intentan elevar el canto de la oración a las alturas emocionales, tanto internas como externas, de Shirat haIam.

Fuente: Beshallah – «One Good Thing about Music…” By Charlie Schwartz, Publicado el 04 de febrero de 2012 / 5772. http://www.jtsa.edu/one-good-thing-about-music
Traducción: Nora J. Kors de Sapoznicoff

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