Comunidad Bet Hilel

Lej Lejá – 5778

“Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que Yo te mostraré” (Bereshit 12:1).

Abram y Sarai emprenden el camino que los llevará de la comodidad de su tierra natal a la Tierra de Israel. Es tanto un viaje físico como una búsqueda interna, de índole espiritual: lej lejá, literalmente: “vete para ti”, “ve hacia ti”, significa también ve hacia tu alma.

Naturalmente surgen dudas, miedos y riesgos: ¿Cómo ir hacia lo desconocido? ¿Cómo nos preparamos? ¿Tendremos el coraje para partir y dejar todo atrás? ¿Qué podremos llevar con nosotros? ¿Cómo encontrar la fuerza dentro de nosotros mismo para tal emprendimiento?

Abraham y Sara no caminan solos, Dios los acompaña y les otorga tres regalos que serán una guía para ellos y para todas las generaciones: brajá (bendición), identidad y mitzvá (precepto).

Primero Dios los bendice: “Haré de ti una nación grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás una bendición” (Bereshit 12:2), luego les da una identidad diferente al cambiar sus nombres, Abram (padre elevado) por Abraham (padre de multitud de pueblos) y Sarai (mi princesa) por Sara (princesa de toda la humanidad) (Bereshit 17:5, 15), y por último les ordena la mitzvá del Brit Milá – circuncisión. (Bereshit 17:10-13)

En nuestros caminos personales, también contamos con los mismos tres regalos divinos:

El regalo de la brajá de la vida y la salud, de la familia y la comunidad. Las bendiciones que recibimos y también las que damos, nos constituyen, hacen de nosotros quienes somos. Elegir bendecir, elegir dar una palabra de consuelo en vez de ignorar y no decir nada. Elegir agradecer en vez de creer que todo lo he logrado por mis propios medios. Elegir caminar juntos y no separados.

El regalo de nuestra identidad personal, familiar, comunitaria. Somos seres humanos únicos e irrepetibles, con un alma divina, que se ve reflejada en nuestro nombre. Nombre que recibimos de nuestros padres, con todos sus buenos deseos y expectativas y el nombre que construimos a lo largo de la vida con nuestros propios éxitos y fracasos.

El regalo de la mitzvá. Faro que guía nuestro camino, una guía ética y práctica para cada uno de los días de nuestras vidas, que nos conecta con nuestras almas, nuestras familias, nuestra comunidad y con Di-s.

Quiera Dios iluminar nuestro camino, renovar nuestras fuerzas, bendecirnos con un buen nombre y poder así, ser bendición para otros.

Shabat Shalom,

Raba Marcela Guralnik

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