Solemos enojarnos cuando algo nos falta y anhelamos no sentir privaciones, vivir en abundancia, recibir seguridad.
Sin embargo la falta, el hambre y la sed son los que nos estimulan a la búsqueda y al crecimiento.
Casi en todos los órdenes de la vida conseguir lo deseado sin un mínimo esfuerzo y tenerlo “todo” no ayuda a nuestro crecimiento emocional y espiritual.
En mi experiencia dificulta y es un obstáculo para transitar el camino espiritual y fortalecer la confianza y la fe en Dios.