Comunidad Bet Hilel

Vaietze – 5776

Por Rabina Judy Nowominski.

La presencia de los malajim- מלאכים ángeles o enviados de Dios, es notoria y recurrente en esta sección de la Torá.

Al comienzo de la parashá Iaakov sueña con una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo llegaba al cielo, y ángeles de Dios subían y descendían por ella.

“Salió, pues, Jacob de Beersheba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella”. Génesis 28: 10-12

Más adelante cuando Iaakov tiene que enfrentar a su suegro Labán recibe la ayuda del malaj-ángel, que le indica que Labán lo seguía engañando y era ya hora de regresar a la tierra de Canaán.

“Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento”. Génesis 31:11-13

Y al final de la parashá los malajim-angeles se presentan ante Iaakov para acompañarlo durante el regreso a Canaán.

“Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Majanaim”. Génesis 32:1-2

La palabra malaj-מלאך, tiene la misma raíz que la palabra melajá- מלאכה, labor, tarea.

El malaj es el que realiza la tarea, quien cumple con una misión determinada.
El midrash enseña en base a la aparición de malajim-ángeles, en esta parashá, sobre la importancia del esfuerzo y la creatividad cuando no tenemos el privilegio de recibir los bienes de nuestros padres.
En el caso de Iaakov vemos como su trabajo y voluntad reflejan su personalidad, capaz de esmerarse para obtener logros y conseguir sus deseos, anhelos y sueños.

Iaakov había llegado a la tierra de Labán con las manos vacías, y después de veinte años de intensa labor y compromiso, logró formar una familia grande, al mismo tiempo que fue adquiriendo bienes y armando su grupo de pertenencia. Todo esto lejos de sus padres y de la tierra prometida.
Seguramente la fe y la promesa de Dios (”Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”. Génesis 28: 14-15) fueron el motor y la guía. También la presencia de los ángeles- malajim, que quizás representan todo el trabajo y el esfuerzo que Iaakov fue capaz de invertir y activar para crecer y prosperar.
Posiblemente la presencia de los ángeles, el acompañarlo a Iaakov a donde quiera que vaya, ayudó a Iaakov a comprender que la presencia de Dios es independiente del lugar, inclusive fuera de los límites de la tierra de Israel.Ojalá podamos nosotros sus descendientes captar la importancia de la voluntad en la tarea acompañándola siempre con la esperanza y confianza en Dios.

Shabat Shalom uMeboraj!

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